Capitulo 40

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Thomas no me miró. Parecía inmerso en pensamientos en los que yo no formaba parte. Cuando sus ojos volvieron a mí, algo en ellos se sentía diferente.

—No. Yo no sé nada de eso —exclamó.

—¿Seguro?

—Muy seguro.

—Yo pensé que...

—Pensaste mal. Ya te dije que no me interesa ningún tema relacionado con Alice Cooper.

—Creí que era tu amiga.

—Lo era —respondió de inmediato—. Pero hacerme preguntas sobre ella no cambiará el hecho que no esté. Por favor entiende, no quiero hablar de ello.

—Thomas realmente necesitamos hablarlo. Necesito que me ayudes a...

—¿A qué?— preguntó—. ¿A tener respuestas sobre ella? Alice no es un juego que puedas utilizar para satisfacer tu curiosidad.

—No se trata de eso.

—¡Ya te dije que no! —gritó exasperado—. ¡No quiero!

—Bien —espeté. Muy asombrada de como me estaba hablando, me dirigí a la puerta de inmediato—. No lo hagas, buscaré a alguien más entonces.

—¡No! —exclamó alarmado. Luego me tomó del brazo con fuerza—. Simplemente deja el tema de Alice en paz, ¡No sigas con eso y punto!

Me zafé de su agarre y lo miré mucho más furiosa que antes. 

La furia que llevaba contenida desde que había salido de la casa de Christopher, solo logró aumentar con cada cosa que hacía o decía Thomas. Me acerqué a él, conteniendo todas las ganas de gritarle e increparle en la cara todo lo que había descubierto. 

—Si no quieres ayudarme, perfecto. Pero no te atrevas a decirme que debo o no debo hacer.

Salí de la habitación mucho más alterada que antes. Ilusamente, había recurrido a él para que me escuchara. Para que supiera lo que había pasado en casa de Christopher y de todo lo que me había entrado también. Lo que encontré a su lado y hacia mí, fue indiferencia.

Estaba molestaba, sobre todo por el hecho de que el creyera que podía darme órdenes o decirme que puedo o no hacer. Y encima que me gritara como si yo hubiera hecho algo terrible. No me había dejado explicarme o comentarle de que se transfirió, desde el momento en que había nombrado a Alice Cooper su actitud había cambiado en lo absoluto. Ya no me quedó ninguna duda de que me estaba ocultando algo. Nadie reaccionaría así por nada, estaba claro que había algo que le ponía nervioso de todo esto, y si no me lo quería decir, lo averiguaría yo sola.

Corrí a mi habitación y me metí directo a la ducha. Tenía demasiados pensamientos en mi mente, y ninguno de ellos era reconfortante. Nada más pensar en lo que había pasado con Christopher en su casa, me entumecía hasta los pies. El agua fría de la ducha cubría mi cuerpo por completo, pero era el sofoco en mi pecho lo que en realidad me hacía temblar. Así que separé ese pensamiento en específico y lo internaré muy al fondo. Enfoqué mi atención en algo más inmediato. Alicia Cooper.

No me iba a quedar de brazos cruzados después de leer todo lo que había leído. No permitiría que continuara. Era riesgoso, pero también era riesgoso la posición en la que me encontré. Decidí entonces comenzar a investigar en internet, tal vez allí encontraría las respuestas a mi interrogante.

Busqué viejos eventos del año pasado, fotos de Alice Cooper. Encontré diversas evidencias de ella saliendo a lugares exclusivos, a veces iba acompañada de los chicos y de Thomas, pero en su mayoría sus salidas eran de noche ya solas.

El amargo de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora