Capítulo 50

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—Cristel, por favor. 

Retrocedí nerviosa.

—Ya estaba yéndome —respondí. 

Comencé apartarme evitando mirarle a la cara. Pero antes de que pudiera alejarme más, Thomas sostuvo mi mano.

—Cris. Por favor.

Los chicos se habían quedado observándonos, algunos más incómodos que otros. Nunca tuvimos la oportunidad de hacerlo oficial, pero vivíamos en la misma casa, así que supongo que era algo que ellos sabían. Alcé la mirada hacia Thomas, la angustia en su rostro me provocaba querer abrazarlo y hacerlo sentir mejor. 

Sin embargo, el alivio de su angustia podría convertirse en el inicio de la mía. Y yo ya no podía seguir priorizando sus sentimientos por encima de los míos.

—Está bien —contesté para no alargar más la escena—. Solo unos minutos, no tengo mucho tiempo.

—Bien —aceptó él. El alivio se hizo evidente en su rostro—. ¿Te espero afuera? 

Asentí.

Le di un fuerte abrazo a Tessa, diciéndole que tenía mi número y que cualquier cosa podía comunicarse conmigo, ella me sonrió y prometió hacerlo. Luego me despedí de Abigail con un beso en la mejilla, diciéndole que me despida de Andrew. Finalmente me acerqué a Jake y le dije adiós, no sin antes susurrarle al oído que tanto él como Tessa me llamaran para conseguir la forma de ayudarlos. Él asintió para luego devolverme el abrazo.

—Gracias por todo, Cristel.

—A ustedes —contesté sonriéndole mientras iba hacia la salida.

Me detuve un rato en la puerta, como si una parte de mí se negara a salir. Recordé cada momento que había pasado ahí. Tantas aventuras, tantos comienzos, tantas tragedias, tantas alegrías como tristezas. Todo permanecía al mismo lugar, un lugar al que no pensaba volver jamás, pero que no me arrepentía de haber llegado. Llegué como una persona distinta a la que era ahora.

Este lugar nunca habrá sido mi hogar, pero me formó. Y por eso siempre estaría en mis memorias.

Salí por la puerta, sabía que sería la última vez que pisaría ese suelo. A partir de ahora, ese lugar solo existiría en mis recuerdos, como algo que fue, pero que ya nunca más sería. Y estaba bien partir, sobre todo cuando ya no pertenecías a ese sitio más. Era momento de encontrar un nuevo destino.

Una vez afuera divisé a Thomas, quien lucía bastante nervioso.

—Gracias por acceder a hablar conmigo —comentó ni bien me vio acercarme.

Asentí mientras me posaba a su lado.

—Sé que estás molesta, y que lo que menos quieres es relacionarte conmigo, pero... —

—No estoy molesta —me sinceré—. Thomas, no estoy molesta, tal vez un poco dolida aún, pero no te culpo.

—Deberías —contestó—. Actué demasiado mal y no te lo merecías.

—Thomas.

—Fue toda mi culpa — exclamó—. Yo debí haber hablado con la policía ni bien ella desapareció, y también exigirle a Michael que terminará con los rumores de Josh. Yo debía estar para ambos, en cambio, acabaron muertos. Probablemente iba a suceder lo mismo contigo, el día que te sacaron del entierro me aterré con la idea de que algo malo pasara, intenté ir tras de ti, pero Michael se acercó a mí y me advirtió que te tenían atrapada y que más vale que me comportara. Y yo... simplemente obedecí —explicó con pesar—. Si no hubiera sido por la policía, no sé qué podría haberte sucedido.

El amargo de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora