Capítulo 25

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Los días siguientes a la fiesta fueron bastante ajetreados.

Primero tuve que dar el examen de la escuela para graduarme. En el que por suerte me fue bien. El saber que ya no tenía que preocuparme de la escuela fue un alivio, pero no lo suficiente como para calmar el estrés que significaba toda la semana de actividades. Tuve unas cuentas sesiones fotográficas. Además, anduve de un lugar a otro con cientos de campañas publicitarias. Y encima para rematar tenía una entrevista concertada para el día de mañana.

Era agotador realmente, pero ayudaba. Estar ocupada me había ayudado a no concentrarme en otros temas. Temas que tenían nombre. Un nombre que dolía pronunciar.

Había conseguido sacarlo por unos días de mi mente. Había estado intentando llamar a Natalia sin ningún éxito, ya que siempre sonaba ocupado o apagado.

Además, tenía un tema mucho más urgente del que preocuparme: la primera sesión del juicio.

Me había reunido por la mañana con mis abogados para coordinar los últimos detalles para la sesión de hoy.  Además, había hablado con Michael sobre los principales detalles de cómo debía proceder. Sin embargo, ninguna de esas cosas había ayudado a tranquilizarme. Me miraba en el espejo indecisa. ¿Realmente ganaría este juicio? ¿O era en vano todo esto?

Mi camisa lucía planchada, sin una sola arruga, mientras que la falda que llevaba era muy recta y formal. «Bien, Cristel, tú puedes hacer esto.» «Hoy no declaras, solo escucharás a los testigos.»

 La puerta fue tocada segundos después, caminé hacia ella para ver de quién se trataba .Al ver quien era, lo contemplé con una mezcla de sorpresa y alivio.

—No sabía que vendrías.

—Yo también testifico ¿recuerdas? —exclamó —. No estés nerviosa. Tú eres la persona inocente aquí, únicamente tienes que conseguir que los demás lo noten.

 Cristopher aprovechó mi distracción para tomarme del brazo y llevarme escaleras abajo. En la sala se encontraba el  resto de chicos aparentemente viendo un programa de entretenimiento. Al verme se pusieron de pie de inmediato y Alisson se acercó.

—No es tan serio como parece —comentó tomando mis brazos con fuerza. Luego se rio—. Terminará antes de que lo notes, ya verás.

Con el rabillo del ojo busqué a Thomas. Se encontraba justo al lado de Josh y lucía muy serio. Posó su mirada en mí y saludó con la cabeza. Respondí de la misma manera. Thomas parecía indeciso, como si no supiera lo que debía hacer o  no, finalmente bajó la mirada muy incómodo y se sentó.

Aparté la mirada y volteé.

— ¿Nos vamos? 

Cristopher asintió.

—Los veo luego entonces —hablé hacia los chicos y dejé que Christopher me condujera hacia la puerta.

Una vez afuera, suspiré. 

Algo en el intercambio de palabras con los chicos se sintió diferente. Subimos al auto y camino al aeropuerto mis pensamientos volvieron a inundarse de sensaciones extrañas, como si el presentimiento de que algo estuviera por suceder solo consiguiera incrementarse.

No tuvimos que esperar mucho en el aeropuerto, puesto que nuestro avión fue uno de los primeros en salir. Sin embargo,lo que debía traer calma y alivio únicamente provocó lo contrario. Cuando estábamos a punto de despegar, sentí como mi cuerpo se petrificaba con la sola idea de volver. Quise salir en ese mismo instante del avión y al parecer Cristopher lo notó. Tomó mi mano y la apretó con fuerza varios segundos. E incluso cuando ya había pasado la emergencia, ninguno soltó las manos ajenas.

Una vez que llegamos, no podía evitar temblar nuevamente. No estaba preparada, eso lo sabía, pero tenía que enfrentarlo de alguna manera. Caminé despacio con las piernas muy débiles y las manos llenas de sudor.

Christopher se detuvo a mi lado—. Tranquila Cristel. Solo testificaremos. Eso será todo, tú no tienes que decir una sola palabra hoy. ¿De acuerdo?

Lo miré poco segura.

—Ya verás como todo sale perfecto. Me tienes a mí. —Enumeró con los dedos—. A tu amiga Natalia, los chicos de Nuevos Talentos y todos los abogados, quienes además son los mejores del país. Nada saldrá mal.

—Bien. —Me paré derecha y con la frente arriba—. Hagámoslo.

Estuvimos firmando un par de documentos y trámites mientras que esperábamos que llegara la abogada, quien había decidido venir por su propio lado. Luego de muchos minutos de espera, finalmente apareció y por suerte aún nos encontrábamos en hora. Entré al auditorio a paso lento, muy insegura. Nunca había estado en un juzgado y no me sentía para nada tranquila en él, caminé mientras observaba a mi alrededor y mi mirada chocó con la de Camila. 

Lucía mucho más bonita desde la última vez que la vi. Estaba sentada, al lado de quien parecía ser su abogado y conversaban en voz baja.Me miró con completa sorpresa, como si no hubieran pensado mucho en el hecho de volverme a ver en persona. Lucía nerviosa, pero sin ningún tipo de arrepentimiento o pena.Claramente ella no se arrepentía. Claramente sabía lo que hacía.

Desvié la mirada hacia cualquier otro lugar.

—Atención —habló el juez salvándome—. Se da inicio a la sesión. 

Todos asentimos, mientras nos acomodamos en nuestro lugar. Me senté al lado de mi abogada, mientras que Cristopher se fue a la parte de los testigos. Vi entrar a Natalia. Lucía muy cansada y tenía el rostro muy serio.

Por un momento quise hablarle o acercarme a ella, pero recordé dónde nos encontrábamos. Pese a ello, no podía evitar sentirme preocupada. Natalia no me había vuelto a hablar desde la última vez que me llamó y discutimos. Hasta lo que sabía, iba a declarar a mi favor, pero no me había contestado las llamadas y me preocupaba que estuviera pasando por algo.

—Que pase el testigo a favor de la acusada: Cristel Sáenz —dijo el juez.

Cristopher se levantó de su asiento con elegancia. Caminó hacia la corte y  se sentó.

—Su nombre completo por favor— habló el juez.

—Cristopher Link.

—¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad?

—Lo juro.

Comenzó a contar todo lo poco que había visto y percibido. Ahora que lo escuchaba, sentía que no era suficiente. Que no estábamos probando nada. Que al final no nos serviría.Que terminaríamos perdiendo el caso. La abogada me pidió que me tranquilizara y que tratará de mostrarme calmada. Me resultó imposible.

Finalmente, Cristopher terminó de hablar, le realizaron unas cuantas preguntas que supo responderlas adecuadamente y luego se retiró a su sitio.

Luego le tocó el turno de Natalia, quien se paró muy rápidamente. Entró al juzgado sin mirarme y pasó de frente a su lugar.

—Nombre completo por favor.

—Natalia Ugarte. 

¿Por qué se veía tan nerviosa?

—¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad?

—Lo juro.

—Perfecto enton... —dijo el juez, pero Natalia lo interrumpió.

—No vengo como testigo de Cristel Sáenz.

Dubitativa miró a su alrededor, terminó posando su mirada en Camila y un sonido de ahogo se escuchó en la sala entera. Ni siquiera mi abogada o el juez se salvaron de la sorpresa que representaron sus próximas palabras.

—Soy testigo de Camila Meléndez. 

Algo real o imaginario, cayó frente a mis ojos y se hizo pedazos. 

Camila y Natalia. Ambas se hicieron pedazos.


El amargo de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora