Cada historia tiene un inicio, pero también un desenlace. Nada es eterno, todo al final termina cesando. Y a pesar de que me hubiera gustado cualquier otra forma de hacerlo, era la única que encontré.
Los papeles ya estaban firmados, el pasaje del avión ya estaba reservado, mi futuro ya estaba casi listo, esperándome. Esperando que tome mi destino por las manos y actúe. Y a pesar de que me emocionaba todo lo que estaba por venir, no podía evitar sentirme miserable al tener que partir. ¿Acaso algún día dejaría de huir?
Thomas había estado llamándome desde que terminó el juicio, no sabía cómo había conseguido mi teléfono y tampoco intenté descubrirlo. No contesté ninguna de sus llamadas por el miedo de volver a hablar con él, escuchar nuevamente su voz y renunciar a todo mi futuro por él, tenía miedo porque sabía que era capaz de hacerlo. Sin embargo, a pesar de que no conseguía aún la valentía para volverlo a ver, necesitaba hablar con el resto de chicos.
No tenía cómo me iban a recibir, pero me arriesgaría. El problema es que, si iba de frente a la casa, posiblemente me lo encontraría. Eso era lo que menos quería.
Conseguí el teléfono de Jake y lo llamé.
—¿Aló?
—¿Jake? Soy yo Cristel.
— ¡Cristel! —exclamó—. No pensé volver a escucharte, ¿Cómo estás?
—Bien, todo bien, quería hablar contigo y con los chicos. Mañana sale mi vuelo y no quería irme sin despedirme.
—Oh... entiendo —contestó—. Puedes venir hoy.
—¿Estarán todos?
—Bueno Abigail ha salido así que supongo que estará para la tarde, pero no creo que ni Andrew ni Thomas estén a esa hora.
—No importa —me apresuré a decir—. Está bien con ustedes, iré en la tarde entonces.
Al menos no me encontraría con Thomas. Como aún era muy temprano decidí hacer los pendientes que tenía, y sabía por dónde comenzar.
Una vez que ingresé, saludé a la oficial, quien me recibió con amabilidad y me dijo que podía esperar en su oficina si deseaba, le dije que no se preocupara y esperé en el pasillo. Después de unos minutos apareció. Me miró largo rato confundido.
—Vine a despedirme.
—Entiendo —contestó acercándose—. Al final decidiste irte.
—Era lo mejor.
Derek asintió—. ¿Con Agencia o representante?
—Representante —respondí—. Dalton Monroe.
—He oído buenos comentarios.
—Yo también. Empezaré con mi carrera desde allí.
—¿Te dedicarás solo al canto entonces?
—Es en lo que me manejo —respondí—. Tal vez las redes no son lo mío.
—Tal vez no —coincidió.
—¿Ya nos las utilizas?
—No, ni tampoco son necesarias con mi trabajo. Además, siento que me irá mejor sin ellas. He comprobado que mi vida y la persona que estaba en las redes no era yo, era todo lo que hubiera gustado ser. Y cada cosa que subía y posteaba, ya estaba diseñadas para gustarle a la gente, para satisfacerla. Era bueno al principio, pero descubrí que únicamente estaba fingiendo. Y fingir no alcanza para vivir.
Derek me escucha muy atento. Sonreí.
—Bueno —comenté—. Ya me tengo que ir.
—Adiós.
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El amargo de los sueños
Ficción GeneralCristel siempre había soñado con la idea de escapar de casa. Había soñado con volverse una cantante exitosa y reconocida. Había soñado con conocer a alguien que la amara tal cual era. Cristel siempre había soñado. Y cuando gracias Tik Tok, logra vol...