¿Frágil?

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-Ron...

No sabían cuándo, tampoco cómo, sólo sabían el porqué: estaban solos, juntos.

Y se amaban, vaya que lo hacían, con ferviente necesidad nacida de tantos años reprimiéndola.

Y ahora yacían en un lugar apartado entre el pueblo y el bosque, lejos de cualquier mirada curiosa, y lo que había empezado como un beso inocente había terminado con Hermione acorralada entre el cuerpo de Ron y el tronco de un árbol. Los labios del muchacho besaban desesperadamente el blanquecino cuello de su novia, mientras ella enredaba sus dedos en la cabellera del muchacho, suspirando acaloradamente su nombre, alentándolo a seguir.

No les importaba que tan arriesgado fuese, el que llevasen relativamente poco de pareja, ni el escenario que les rodeaba. Ya era algo vital, sentirse, explorarse, aprovechar todo el tiempo que tenían...

-...Preciosa...-murmuró él contra la piel de su cuello, entre besos, embelesado por su belleza. Ella sonrió tímidamente, halagada como nunca. Él sabía verla como si fuese lo más bello del mundo.

Le parecía aún tan irreal, saber que ella lo había elegido, que ella deseaba estar con él, poder tenerla así, sonrojada y pequeña, pegada a su cuerpo. Basto con una mirada a aquellos ojos mieles que tanto adoraba para que él hiciese aquello que le tentaba hacer, pero por respeto y temor a la reacción de ella, se había contenido por hacer. Con las manos algo temblorosas, empezó a desabotonar lentamente la camisa de su chica, dándole oportunidad de detenerlo si así lo deseaba. Claro, lo que pasaba es que Hermione estaba dispuesta a todo, entregada a él y a sus deseos.

Desprendía uno a uno, hasta que logró ver el delicado sostén negro, el cual envolvía sus preciosos senos, no demasiado grandes ni demasiado pequeños. Todo en ella, al parecer, era perfecto. Subió a capturar otra vez sus labios, en un beso apasionado del que apenas se separaban para recuperar el aliento. Ella gimió en el beso al sentir como, con cierta timidez, las manos de él acariciaban sus senos por sobre la delicada prenda. Estaban en el cielo, cuando escucharon un golpe que los puso alerta en cuestión de segundos, apartándose al instante y alzando las varitas dispuestos a atacar lo primero que viesen.

Fue Ron quien logró ver un bulto extraño a algunos metros de ellos.

Era un cuerpo...

- ¿Está...? - preguntó Hermione en un murmullo al ver a dónde se dirigía la mirada de su pelirrojo, sin querer terminar la frase, temerosa. El joven se armó de valor y, con cautela, se acercó a ver qué ocurría con exactitud, y evidentemente Hermione lo siguió, pues no planeaba dejarlo solo en algo así.

Era una chica, apenas un par de años menor que ellos, con el cabello castaño formando un halo en el suelo, y su piel casi violácea. Hermione se sintió más tranquila al notar como su pecho, aunque muy despacio, se movía, indicando que aún respiraba: seguía viva, solo estaba inconsciente. Aunque su preocupación volvió con la velocidad de un rayo al notar el charco de sangre oscura que se había formado debido a la hemorragia nasal que presentaba...

-No tiene sentido...No hace tanto frío como para que este así...- Ron se había puesto a su altura, notando curioso que en su mano (la cual probablemente había sido un puño antes de desfallecer) había una extravagante sortija con una esmeralda-. ¡Rennervate! – trató de reanimarla, pero ella seguía inconsciente, a pesar de que tembló un poco y soltó un quejido. Hermione pudo ver mejor su rostro: era la chica de Slytherin que había abandonado el comedor en la mañana. ¿Qué hacía allí?

- ¡Rennervate! – intentó ella, obteniendo el mismo resultado. Los dos se miraron sin entender qué ocurría, sorprendidos de como aquella situación se había tornado tan extraña en cuestión de segundos. De no haber estado ellos, la sangre hubiera atraído criaturas...

19 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora