¿Algo que contar?

710 33 5
                                    

-Astoria, ¿Todo bien? Te noto muy distraída hasta para ser tú- comentó Daphne mordazmente, aunque su hermana no pareció percibir la hostilidad, pues tan solo rio mientras seguía en sus ensoñaciones-. ¿Tiene que ver con Malfoy? ¿Qué te dijo?

-Nada- suspiró mientras tomaba una de las galletas que los elfos le habían preparado. Las criaturas adoraban mimar a su ama favorita -. ¿Por qué preguntas? ¿Quieres? – ofreció el tarro, a la vez que Daphne negaba.

-No estés con él, hermanita. Te lo digo de la mejor manera, no es por molestar- aclaró ella al ver el ceño fruncido de su hermana.

-Gracias, Daph, pero yo sé lo que hago...-trató de concluir el tema, pero Daphne solo se clavó en él, dándole vueltas al asunto.

-No, no lo sabes. Eso te lo puedo asegurar-sentenció la rubia, tratando de sonar amable, aunque no se le daba bien. No quería pelear, pero tampoco quería que confundiera por petición lo que era una orden.

- ¿Es pasatiempo, o por qué todo mundo trata de cuestionarme siempre? Te recuerdo que tengo un buen juicio.

-...Casi siempre. A veces lo supera tu naturaleza impresionable, como ahora...

- Me gusta y a él le gusto. Eso es todo. ¿Qué tiene de malo?

-Que a ti te gusta lo que crees saber de él, y al le gusta la compañía que le das, nada más- Astoria la miró incrédula, dándole tiempo para que se arrepintiera antes de responder. Daphne no titubeó, haciéndola enfurecer.

- ¡No es verdad! - Daphne rodó los ojos. Odiaba pelear con Astoria: era como golpear a un cachorro. No que eso la frenara, pero aun así, no era algo que disfrutara mucho.

"Es por su bien" pensó la rubia, manteniéndose inflexible. A su hermana le era fácil creerse lo que sea, excepto lo que ella le decía, claro. Aquello, desde luego, debía ser imposible.

-Malfoy es mi amigo, créeme, sé de lo que habló. A él solo le gusta sentir que tiene el mando sobre todo y todos, y las chicas lejos de ser la excepción, son la prueba de ello. Hace y deshace como se le da la gana, y después a las pobres tontas las dejaba rotas...

- ¿Ya acabaste? - preguntó Astoria, sin evitar sonar algo dolida-. Bueno, gracias por dejarme en claro que me crees tonta. Pero yo haré lo que quiera, te guste o no. Al menos hazme el favor de no decir nada a mamá o papá...

-...Tori, tú sabes bien que no fue mi intención llamarte así. Además, quizás sería bueno que lo sepan. Es la única regla que tenían contigo...- empezó a decir la rubia con fingida resignación. Astoria bufó, antes de sonreír maquiavélica. Tenía una idea.

-...o les diré lo de Theo- Daphne se quedó muda, demasiado sorprendida hasta para sonrojarse. ¿Cómo sabía eso la desgraciada?

-La regla sobre los chicos solo se aplica a ti. Te recuerdo que nuestros padres sueñan con mi boda...-comentó algo irritada por lo último.

-...pero la de la virginidad aplica a ti, ¿No era así? ¿Y si lo averiguamos juntas, hermana? - la regla les parecía una estupidez a ambas, por eso había un pacto no escrito de no delatar a la otra en sus andanzas. Astoria lo estaba rompiendo, sí, pero Daphne había empezado aquello.

- ¡Está bien, tú ganas! Joder, eres insoportable. ¿Sabes algo? ¡Haz lo que quieras! Luego no me culpes por decir que te lo dije...

-No me lo dirás- respondió Astoria con seguridad, feliz ganar aquella pelea-. Y lamento haber tenido que recurrir a lo de Theo. Espero que todo vaya bien... ¿Estás bien, Daph? – preguntó Tori al percatarse de la extraña mirada que Daphne le dedicaba.

19 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora