Hola, y hasta luego

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La emoción de Harry por volver a ver a Ginny le impedía quedarse dormido con el resto de sus amigos, y aunque prefería ese tipo de insomnio a su usual pensar en cosas macabras, hubiera preferido estar durmiendo mientras el tren los llevaba a Hogsmeade, no escuchando los ronquidos de Ron o los balbuceos incoherentes de Neville en la madrugada.

Hermione estaba profundamente dormida, acurrucada con Ron, y Luna estaba entre Harry y Neville, también dormida, apenas moviéndose de vez en cuando conforme sus sueños la inquietaban: la única que parecía no tener manías al dormir era Hermione, pero Harry sabía que no era verdad, pues recordaba perfectamente la de veces que había llamado a Ron estando dormida durante la búsqueda de los Horrocruxes, claramente deprimida e inconsolable.

Aquella había sido una de las etapas más oscuras en su corta vida: sin Ron, el "Trío Dorado" que había enfrentado tantos horrores desde que eran niños simplemente no funcionaba, ya que con él se fue un pedazo del corazón de Harry y Hermione, dejándolos huecos...

"Mejor dejo de pensar en eso", resolvió, agradecido de poder dejar aquel amargo recuerdo en el pasado: Ron estaba allí, al igual que Hermione, e independientemente de las distancias, seguirían juntos como equipo, y eso era lo más importante. Menos deprimido, todavía estaba aburrido, con la emoción ansiosa de ver a Ginny en el fondo de su mente, quitándole el sueño. "Podría estudiar...o procrastinar...", pensó, antes de aparecer el álbum de recortes que la vampiresa periodista le había obsequiado: más allá de las contadas fotografías de sus padres o de miembros del Ejército de Dumbledore o de la Oficina de Aurores, era un resumen de cómo se percibía la primera guerra en el momento, y de cómo los medios distorsionaron muchas cosas que, en el futuro, se corroboraron como falsas...

-Si de verdad quieres dormir, no deberías leer eso- la pequeña voz de Luna lo sobresaltó un poco, pero no tardó en componerse y voltear a verla: sus ojos azules estaban fijos en la fotografía de la boda de sus padres, y en sus labios había una sonrisa-. Tu mamá era muy linda, Harry.

-Lo sé-respondió con simpleza, pues tampoco deseaba ponerse sensiblero-. Lamento si te desperté, Luna.

-No fuiste tú- tampoco quiso darle muchos detalles de su pesadilla, pues no quería preocuparlo-. Me sorprende que Hermione esté tan tranquila con los ronquidos de Ron.

-Por supuesto que puede dormir a pesar del ruido: están destinados, Luna- ironizó, sacándole una risita-. El tipo de la estación era Rolf, ¿verdad? - Luna no se acordaba si le había contado a Harry o si a Ginny se le había escapado comentarle aquello, pero igual asintió-. Parecía simpático.

-Lo es. Creo que se llevaría bien con ustedes, si es que se llegan a conocer.

-Es amable contigo: ya me agrada por eso.

-Eres dulce- la chica bostezó, haciéndolo reír un poco: sonaba graciosa, como siempre. Su voz era muy aguda y adorable, por más que él conocía bien que podía ser firme al gritar-. Prométeme que intentarás dormir.

-Prometido. Ahora vuelve a dormir: estás cansada.

-Sí, lo estoy. ¡Dulces sueños! - Luna se volvió a acurrucarse con su frazada, cayendo rendida apenas unos minutos después, generando envidia sana en Harry, quien desearía tener esa capacidad de controlar su descanso: desapareció el álbum bélico para resistir la compulsión de leerlo y en su lugar conjuró un enorme tomo de Historia de Hogwarts del baúl de Hermione: quizás el libro favorito de su amiga serviría para arrullarlo un poco.



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19 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora