¿Qué somos?

917 42 26
                                    

Ron y Hermione yacían dormidos, con él abrazándola de costado. Cuando despertó, Ron no pudo evitar contemplar la belleza del perfil sereno de su novia, quien parecía seguir profundamente dormida. Preciosa.

Ron no podía terminar de creerse la suerte que tenía de tener a aquella mujer entre sus brazos. La amaba, de eso no tenía duda, pero, ¿Cómo no amarla? Era increíblemente hermosa, asombrosa y genuina en todos los aspectos.

A veces creía que no la merecía, que alguien tan perfecta como ella merecía a alguien que tuviera más que ofrecerle, alguien mejor, alguien digno de su admiración. Pero el simple hecho de imaginarla con alguien más le partía el alma, lo llenaba de rabia.

Era demasiado egoísta como para dejarla, además, ella parecía feliz a su lado, por más extraño que pudiera sonarle a algunos (principalmente a él). Él la amaba y ella a él, ¿Cómo podía negarle a ella y a él mismo esa felicidad?

Acarició su cabello mientras lo acomodaba de modo de que dejase su cuello expuesto. Delineó sus facciones suavemente, sin poder resistirse a darle un delicado beso en la mejilla y fue entonces cuando Hermione no pudo fingir más estar dormida, sonriendo al sentir el roce de los labios del pelirrojo contra su piel. Este sonrió enternecido mientras continuaba repartiendo besos por el rostro de Hermione, quien reía suavemente, feliz de lo cariñoso que podía ser Ron cuando estaban solos.

Poco a poco descendió a su cuello, provocando en ella suspiros de placer que lo enloquecieron. Regresó a su rostro para por fin besarla como era debido. Fue un beso largo y apasionado, capaz de despertar sensaciones hasta el momento desconocidas para ambos. No querían detenerse.

Poco a poco el pelirrojo se colocó encima de ella, quien lo abrazó por el cuello mientras enredaba sus piernas a su cadera. Los dos gimieron al sentirse tan pegados el uno al otro. Una ola de deseo los invadió en ese instante. Hermione sintió algo duro rozando su muslo, a la vez que Ron se sonrojaba terriblemente.

-Herm, yo...-se quiso disculpar avergonzado, pero para su sorpresa, ella lo besó con más ganas mientras acariciaba su espalada, sorprendiéndolo gratamente. Pero él no era tan tonto, y por instinto atino en continuar con sus besos mientras la ayudaba a quitarse su camisa.

-Yo también te deseo, amor. Quiero que mi primera vez sea contigo, Ron. Hazme tuya...-dijo sonrojada pero segura. Él le dio un suave beso en la frente antes de continuar con su pasión.

Él mismo empezó a acariciar por encima de la ropa de la castaña, quien no pudo evitar gemir débilmente el nombre de él en su oído. Ron. No Krum, no McLaggen. Era SU nombre el que era suspirado por aquellos labios, una y otra vez...

Empezó a tirar de los breteles del camisón de la joven, besando el contorno de su apenas pronunciado escote, con intención de quitárselo para poder obsérvala semidesnuda por primera vez...

-Ronnie, dice mamá que bajes a ayudarla con...-George, siempre prudente, había entrado sin tocar, topándose con semejante escena. Ron reaccionó de inmediato, cubriendo a Hermione de la vista del muchacho, quien tuvo un ataque de risa-. ¿Qué tenemos aquí? Prefecto y prefecta acostándose a escondidas de los demás, ¡Que escandalo!

- ¡CALLATE, GEORGE! Pueden oírte...

-...Por favor, no digas nada...-rogó Herm, apenada, cubriéndose hasta la cabeza con las sábanas.

- ¿Qué no diga nada de qué? De que RON ESTABA TENIENDO SEXO CON HERMIONE EN CASA DE SUS PADRES...

- ¿Qué dijiste, tesoro? ¡No te oí bien, repítelo! - respondió Molly, quien en su inocencia no tenía ni idea de la situación que se presentaba pisos arriba. George encarnó una ceja en un gesto malvado a aquella pareja de sonrojados, quienes lo miraban suplicantes.

19 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora