Cita

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- ¿Por qué accedí a esto? – se preguntó Katie, más para sí misma que para el castaño a su lado, quien encarnó una ceja ante el comentario de la chica, quien se cruzaba de brazos mientras veía todo a su alrededor, dubitativa.

Ambos se encontraban en un parque cercano a su casa, observando el bello paisaje otoñal que septiembre había traído en su ciudad, paseando al pequeño Oliver en su carriola, pues creían que el aire fresco les vendría bien a todos.

Cualquiera que no conociera sus circunstancias actuales pensaría que tan solo eran una joven pareja paseando a su bebé, jamás pensaría que ellos estuvieran en malos términos.

-Vamos, Katie. Si quieres me voy...-ofreció Oliver con un dejo de tristeza, pero no queriendo incomodarla mucho más. Ella se sintió mal al ver la tristeza en su semblante, así que, antes de que pudiera irse, lo detuvo del brazo, tomándolo por sorpresa.

-No. Tranquilo, es solo...Es tu tiempo con Oli. Nuestro tiempo con él, ¿Verdad, mi amor? – dijo ella, mirando al pequeño con dulzura, su voz adquiriendo un timbre más dulce. Sus enormes ojos mieles miraban todo con curiosidad, enterneciendo a sus padres.

- ¿Segura? - preguntó algo temeroso. Ella asintió sin pensarlo. Él bebé entonces empezó a llorar, alarmando a Wood, quien pese a tener buena mano, todavía no sabía del todo como tratar a un bebé tan pequeño cuando lloraba.

-Es solo que a esta hora le toca comer, tiene hambre- explicó mientras tomaban asiento en una banca para amamantarlo, mientras que Oliver se sentaba a su lado para descansar, deteniendo y cuidando la carriola y maleta.

Katie no había encontrado el momento adecuado para hablar con él sobre su separación, después de todo, las cosas no eran tan fáciles como solo irse de la casa y ya está, no con un acta de matrimonio de por medios, sin contar con el hecho de que Oliver no quería separarse, y ella no podía decir que quería separarse tampoco. Ella solo quería resolver las cosas de una buena vez, para que tuviese sentido.

Wood también deseaba hacerlo, claro, por un medio distinto al que ella imaginaba. Él deseaba estar con ella, besarla, tenerla nuevamente entre sus brazos. La quería como mujer, como su mujer, la madre de su hijo, la dueña de todo su ser...

-Te amo, Katie-murmuró él de forma audible, mirando embelesado como acomodaba al bebé en la carriola. Esto tomó por sorpresa a la rubia, quien al girarse se encontró con su mirada, tan sincera y suplicante que le quebró el corazón. Odiaba estar en conflicto con alguien a quien quería amar.

-No me digas eso- rogó ella, tratando de huir de la mirada de aquellos ojos mieles.

-Dime que no me amas y prometo dejar de hacerlo...-prometió él, temeroso, pero decía la verdad: si ella en verdad lo quería fuera de su vida, él no insistiría. La amaba demasiado para dejarla ir si ella quería libertad.

-No me pidas eso- volvió a pedir. Wood la tomó del mentón, obligándola a verlo directamente. Sus ojos eran difíciles de descifrar, a diferencia de su mirada de perdido enamorado....

- ¿Me amas? - volvió a preguntar, algo temeroso de conocer la respuesta. Ella no pudo mentirle, no viéndolo así. Wood no lo resistió y se acercó de a poco a su rostro, y al ver que no se apartaba, se animó a besarla como tanto había deseado desde varias semanas atrás.

Fue un beso tierno y dulce, pero no por eso menor en significado. Al acariciarle la mejilla, Oliver se percató que estaba húmeda, pues lágrimas empezaban a desbordar sus ojos...

- ¿Por qué lloras? - preguntó algo angustiado, con tanta dulzura que hasta él mismo se sorprendió. Le besó la frente y los párpados, mientras ella se abrazaba a él.

19 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora