Cambios

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Katherine Wood soltó un gritillo de miedo en el momento en que sintió que su bebé pateaba con fuerza, haciéndola sentir tonta de repente. Debía ser la peor futura madre del mundo, pues por más que trataba de acostumbrarse, seguía sintiendo pavor cada vez que aquel pequeño se movía, lo cual ocurría muy a menudo últimamente...

- ¿Todo bien, Kate? - preguntó Oliver, preocupado. Kate. Ella quiso llorar al sentir el tono distante de su actual esposo. No Katie, ni siquiera Bell...le hablaba con sequedad. O quizás eran las hormonas haciéndola sentir todo con más intensidad. Odiaba a la mujer llorosa que el embarazo había sacado en ella.

Pero no podía culparlo. Él había tenido planes que suspender con tal de cumplir con su obligación de padre, y casi podía asegurar que, de no haber ocurrido lo del embarazo, no estarían casados...

-Nada. Él bebé se mueve y patea mucho. Será jugador de Quidditch, como sus papás- murmuró ella, consiguiendo una débil sonrisa del castaño -. Aun no me acostumbro del todo...

-No me quiero ni imaginar. ¿Eh, pequeño? ¿Molestando a tu mamá? ¡Ya quiero verlo en su primera escoba!

-Esperemos a que nazca y aprenda a caminar, ¿sí? -el gesto infantil de Wood le enterneció. Todavía recordaba lo aterrados que se sintieron en el momento en el que ataron cabos sobre su embarazo.

Ellos, a punto de luchar en una Guerra, y sin saber que Katie casi cumplía 4 meses de tener un hijo en su interior. Si algo le debían agradecer a la vida era eso: poder estar vivos y completos. Y ahora tendrían un hijo que, planeado o no, les cambiaría la vida. Aquello era demasiado para sobrellevar para unos jóvenes de 23 y 20 años.

Pero era lo que tenía ser descuidado.

-Las Arpías te envían esto- comentó Wood, extendiéndole una carta de sus compañeras, quienes le deseaban lo mejor y que, tras su recuperación, volviese al equipo más fuerte que nunca-. Y esta es de Ginny...

-Gracias, Oliver. ¿Ocurre algo? – preguntó tímidamente, al ver que él no dejaba de mirar de forma extraña él apenas formado vientre de 6 meses.

-Todavía sigo pensando en lo que dijo el sanador. Tienes seis meses, pero no aparentas más de tres...

-...Me siento bien. Créeme, a mí también me preocupa, y he tratado de subir de peso, pero cada vez que toco la comida me dan arcadas...lamentó haber dicho eso. Es asqueroso...- se disculpó, apenada, pero él no parecía asqueado. Si acaso estresado.

-Lo único que me molesta de lo que dijiste es que te ocurra a ti. ¿Te parece si mañana volvemos a ir? Quizás puedan darte algo. No sé, no tengo idea de embarazos...

-Yo tampoco, no te preocupes. Estaría bien ir. Todavía no supero el haber peleado embarazada. Debí saberlo, y si en algo le llegase a afectar al bebé, no me lo perdonaría...

-Debimos-corrigió Wood suavemente-. Debimos saberlo. Fuimos irresponsable, y he aquí las consecuencias. Yo tampoco me perdonaría si por nuestra culpa nuestro bebé sale perjudicado. Anoche no dormiste bien, Bell. Deberías descansar...-sin más se fue, no sin antes acomodarle uno de los cabellos tras la oreja y apenas acariciarle la mejilla.

¿Consecuencias? ¿Eso era su matrimonio y su bebe para él? ¿Una consecuencia? ¿A qué se refería?

-Tranquilo, pequeño. Mami comerá algo y después dormirá un rato, ¿Está bien? Lamento no ser tranquila como el resto de las mamás- murmuró ella a su bebé, como solía hacer cuando se aburría de estar sola, en silencio. Era un hábito que había adquirido: hablar con el pequeño Wood-Bell, quien parecía entenderle pues siempre respondía con pataditas y movimiento.

19 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora