Australia: El Viaje

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Era muy temprano cuando se levantaron.

En realidad, Hermione apenas había dormido, su varita sirviendo de luz mientras leía y releía sobre casos parecidos al de sus padres, con Ron fingiendo dormir a su lado para no molestarla o hacerla sentir mal por mantenerlo despierto con su luz y suaves movimientos al pasar de un libro a otro. No recordaba cuando, pero el sueño lo venció en algún punto, pues se había despertado...

- ¿Dormiste algo, Mione? -preguntó genuinamente, pues no recordaba haberla visto parar. La castaña sonrió, conmovida por su preocupación. Notó las ojeras en sus ojos, sabiendo sin necesidad de verse en el espejo, que ella tenía unas igual o peores tras su sesión de estudio nocturna.

-Algo sí, pues desperté. Lamento si no te dejé dormir.

-No hay cuidado. ¿A qué hora debemos estar con Kingsley?

-A las 7. ¿Terminaste de empacar? - preguntó bostezando, estirándose en la cama.

Era raro el silencio en La Madriguera, pues siempre había ruido: ya fuera el cantar de Ginny mientras hacía una tarea dada por su madre, o la radio que el señor Weasley escuchaba a todo volumen mientras resolvía algún crucigrama en el periódico, o la poderosa voz de la señora Weasley dando órdenes a los menores. Incluso Harry había aprendido a dejar de ser callado cual ratón para hacer ruido de ambiente en el ajetreado hogar. Pero claro, a las 5, ni siquiera la señora Weasley se había levantado para empezar con el desayuno, y eso que ella era madrugadora.

-Aún no, tres días, ¿Verdad?

-Si todo sale bien, sí. Iré a ducharme, ya vuelvo- le dio un beso en la mejilla antes de salir del cuarto.

Ron no recordaba haberla visto tan callada y nerviosa como ahora.

"Merlín, que todo salga bien," pensó, queriendo apartar la cabeza de todo lo que pudiera salir mal en su viaje.

Hermione era fuerte, , pero no sabía cómo tomaría una mala noticia sobre sus padres.

Si la vida era justa, cosa en la que él se aferraba a creer a pesar de todo, los señores Granger recuperarán su vida y Hermione a sus padres. Sí, eso pasaría. Y él conocería a sus suegros, y eso era bueno. Trató de alejar el nerviosísimo que el solo pensamiento trajo consigo, pero no tardó en volver a pensar, inquieto.

¿Lo presentaría como su novio en primer lugar? Sintió grima ante la palabra, y no porque le avergonzara serlo (más bien, era de sus mayores logros), sino que le parecía casi infantil y pequeña para lo que eran, pese a serlo técnicamente. Quizás ella querría esperar a que se volvieran a acostumbrar a su vida en Londres antes de presentarlo de ese modo. ¿Qué les diría a sus padres cuando preguntarán en dónde se había estado quedando en su ausencia, por poner un ejemplo? ¿La verdad?

"Sí papá, vivo con Ron y su familia desde hace meses".

No conocía a los señores Granger, pero sí se parecían en algo a los magos, sabía que no les haría gracia: una cosa es ir a pasar el verano con amigos, y otra muy distinta era vivir con una pareja desconocida. Palideció de solo imaginarlo. Llevar un problema a la vez sería lo mejor para todos.

Hermione, por su parte, también tenía sus dudas e inseguridades al respecto.

¿Lograría el conjuro siquiera? Habiendo tantos magos y brujas competentes y con mayor experiencia en el tema, ¿Por qué debía ser ella misma? Por cosas como esas la magia, aun con todo su estudio, le seguía pareciendo un experimento del azar. Debía hacerlo bien y aparte, esperar lo mejor y eso la agobiaba.

Sí lo lograba, sin embargo, no era una victoria completa: ¿Cómo lo tomarían sus padres después de un año de vivir como Wendell y Mónica Wilkins? Un año sin una hija bruja, y todos los problemas que eso tenía... ¿Serían realmente más felices así? Casi podía escuchar la risa de Bellatrix torturándola en sueños con ese pensamiento: en verdad temía que tuviera razón.

19 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora