Hasta pronto (Parte 2)

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-Tienes suerte de que te ame, de lo contrario, eso me asustaría...- comentó Ginny adormilada, sonriendo cuando Harry solo la abrazó más contra él, ignorando el tono burlón en su voz y besándole la frente, haciéndola sonrojar a pesar de lo mucho que ya se conocían. ¿Cuándo dejaría de tener ese efecto en ella? Ginny empezaba a sospechar que nunca......y casi no le molestaba, mientras él la siguiera mirando así: irremediablemente enamorado, tanto que parecía increíble-. Por favor, dime que no ronqué...- volvió a bromear, finalmente haciéndolo reír.

-No te voy a mentir, Gin- respondió con simpleza, ganándose un ligero codazo-. Sigues siendo linda...

-...Amaneciste muy tierno, Harry- comentó, jugueteando con su enredado cabello oscuro. Frunció el ceño al notar las bolsas en sus ojos-. ¿Dormiste algo siquiera? – él se encogió de hombros, restándole importancia.

-No estoy cansado, no te preocupes. No sería la primera vez que de repente tengo insomnio, ni será la última...

-...Me hubieras despertado. Te pude haber contado de la vez que mamá nos obligó a ir en manada a la boda del primo Simon, esa anécdota siempre duerme. Los gemelos eran los que llevaban el ramo de la novia, Ron los anillos, y yo las flores. Grave error, pobre novia. No nos han vuelto a hablar desde entonces...- Harry solo negó divertido, imaginando la escena. A veces se olvidaba de que los Weasley eran una familia aún más grande de lo que él sabía, consecuencia de haber estado desde el medievo.

-No creo que ninguna anécdota protagonizada por ti y tus hermanos pueda ser aburrida, la verdad... – él sonrió al sentir los labios de la chica recorriendo su cuello y rostro. Ni siquiera fue un gesto subido de tono por la ternura con el que lo hizo, como si sólo quisiera besarlo mientras hablaba.

-...Mi punto es que no me hubiera molestado hacerte compañía. Por mucho que te guste ver a la gente dormir, estar solo en la tranquilidad de la noche suena aburrido...

-No me gusta ver dormir a la gente, solo a ti- Ginny rió por su tono, dejándolo hablar-. Y no me importa, en verdad: me gusta la tranquilidad, estar técnicamente solo, pero no solo, solo... contigo aquí, nunca estoy solo... ¿Tiene sentido? - preguntó algo apenado del revoltijo de palabras que había hecho, pero ella solo sonrió mientras asentía.

Los dos se quedaron callados un buen rato, tomados de la mano, en lo que el sol terminaba de asomarse por las ventanas del cuarto. Ginny, aunque impresionada por el cinismo de su hermano, no pudo discutir su decisión de volver a hacer el cambio de cuartos a escondidas de sus padres (y de su suegra, de paso, pero ¿quién era ella para juzgar?), por lo cual ahora estaban en el cuarto de la pelirroja, apiñados con dificultad en la pequeña cama de la chica, pero felices de que al menos no fuese verano y pudiesen aprovechar el calor corporal del abrazo...

-No me quiero ir.

-Yo tampoco quiero que te vayas.

- ¿Y si nos fugamos? Como en realidad. Ya tenemos el anillo...

-...Y la casa...

- ¡Exactamente!

-Gin, ni siquiera pudimos decirle a tu familia sobre el compromiso. Me matarían.

-Yo, en realidad. Eres el hijo favorito de mi mamá, recuérdalo. Herm es la hija favorita de mamá. Aquí la muerta soy yo...-bromearon ambos, tristes por la inminente despedida, e intentando afrontarla con buena cara y humor. No estaba funcionando, y solo se abrazaron más fuerte, como si pudiera ayudar en algo.

Aunque suene tonto, para ellos era un paralelo de su última partida antes de la guerra, y sabían que jamás estarían listos para despedirse sino que hasta en el momento, cuando ya no quedaba de otra y tenían que seguir...

19 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora