19 años después

Críticas

-Hermione, pareces más estresada por la boda que yo, cálmate- bromeó Ginny con cariño, obteniendo como respuesta un resoplido exasperado.

-Pues sí, lo estoy. Ron tiene razón: si planeas casarte en el verano, entonces deberías comenzar a arreglar las cosas ahora, porque no hay forma humana de orquestar una boda en semanas sin que sea caótico- empezó a recordarle en su usual tono de sermón, pero el buen humor de Ginny era inamovible.

-Ya tengo un montón de cosas planeadas: solo necesito la opinión de Harry sobre ellas- Hermione la miró incrédula: no había visto a la pelirroja mover un dedo respecto a la boda en semanas, al grado en que había asumido que ella y Harry habían optado por un compromiso largo-. Todo está planeado, solo necesito encontrar la manera de hacerlo realidad: dónde y cómo obtener las cosas, y así...

-...O sea, no tienes nada- ante eso, Ginny hizo un puchero, haciendo que Hermione suavizara su tono-. No te estoy sermoneando, pero como tu amiga responsable debo recordarte que ese tipo de cuestiones no son fáciles de planificar: ni siquiera sé a qué te refieres con que lo tienes planeado...

- ¡Vamos, Hermione! No puedo ser la única loca que imaginó su boda al menos una vez- aunque claro, Ginny era de las pocas que podía presumir que se casaría con su amor platónico de la niñez: ella y Harry eran un extraño caso del destino, haciendo todo en desorden...pero ella no desearía nada más-. Te lo has imaginado al menos una vez, ¿no?

-Me imagino rosas- dijo simplemente, sin querer revelar más de esas ilusiones. Por primera vez temió que las palabras de Ron y Ginny sobre las supersticiones fueran reales y arruinara esa posibilidad al decirlo en voz alta. Era tonto, lo sabía, pero igual prefirió callar-. Además, eso no responde a mi pregunta, evasiva.

- ¡No soy ninguna evasiva, Hermione Granger! Tengo más que rosas visualizadas para ese día, y solo es cuestión de ver cómo encajar mi visión del día con la de Harry- simplificó despreocupada-. En el peor de los casos, Harry y yo terminamos fugándonos en el verano, lo cual no es tan malo de todos modos: el Ministerio no es un lugar tan horrible para una boda.

- ¿De verdad no te importa, Ginny? - preguntó Hermione sorprendida-. Es que recuerdo el nerviosismo de Fleur...

-...Soy diferente de Fleur- cortó Ginny sin una pizca de agresividad-, y nuestras circunstancias, las de Harry y las mías, son distintas. Lo vi muerto: no herido o al borde de morir, muerto. Todos lo vimos- el humor ligero en la habitación se tornó sombrío tan pronto como pronunció esas palabras: los recuerdos de ese horrible día de muerte regresaron a sus mentes con fuerza abrumadora, en especial la terrible imagen del cuerpo de Harry siendo llevado por Hagrid; pálido e inerte, muerto-. Y parte de mi corazón murió por los minutos en que lo creí muerto. Gracias a todo lo bueno, esa parte de mi revivió con su regreso a la vida: la parte de mi corazón que pertenece a mi familia nunca se recuperó desde ese día, está herida para siempre, y aunque sé que Harry no es el aire y hubiera podido seguir existiendo sin él, la mera idea me hace sentir miserable del mismo modo en que lo hace saber que no volveré a ver a Fred nunca más...

El nombre de Fred rara vez se mencionaba entre los Weasley, no por falta de amor o como un signo de olvido, sino principalmente porque era demasiado doloroso recordar su ausencia. Los Weasley eran personas fuertes: sus corazones eran cálidos y bondadosos, pero su carácter reflejaba la valentía, el coraje y la caballerosidad de la casa de los leones a la que pertenecían. Eran blandos con los demás y duros consigo mismos: no juzgaban al que lloraba, pero no se permitían llorar por temor a preocupar a los otros por su falta de temple. Ginny no era la excepción a esos rasgos familiares, por lo que Hermione se sorprendió de que, después de meses de silencio sobre el tema, Ginny mencionara el nombre de Fred en su discurso, su voz firme a pesar de sus ojos vidriosos...