Ataduras (Parte 1)

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Harry sabía perfectamente que no era el mejor leyendo una habitación, especialmente cuando había extraños involucrados, pero, aun así, podía sentir la tensión entre Audrey, Percy y el Sr. Dereham.

¿El motivo? Lo ignoraba, pero era evidente en cómo procuraban evitar hablar entre ellos mientras ordenaban las cajas de objetos oscuros de la casa Black, su nueva herencia.

Su rutina consistía últimamente en atender a sus clases de la Academia, pasar algunas tardes resolviendo formalidades burocráticas de Gringotts y el Ministerio sobre el manejo de la herencia Black, y muchas otras estudiando con sus compañeros...

Era extraño: sabía que debería estar agradecido por su posición actual de paz y estabilidad, pero de alguna manera eso lo hacía sentir más incómodo, como si algo terrible pudiera suceder en cualquier momento y relajarse fuera sinónimo de ponerse en peligro. Lo expresó unas cuantas veces a Ron y Neville, pero habían menospreciado sus pensamientos problemáticos. No los culpaba: no tenían una justificación lógica, y lo sabía. ¡Estaban más a salvo que nunca! Claramente él era el problema.

- ¿Todo bien, Harry? - lo cuestionó Audrey con su característica dulzura que, de venir de otro, quizás le hubiera parecido condescendiente, pero al ser ella. resultaba genuina-. Apenas has hecho preguntas desde que empezamos, y si bien no dudo que conozcas muchos de los objetos aquí, al menos yo no entendía nada de burocracia a los 18. Entre en crisis la primera vez que fui al banco sola, por ejemplo...- Harry sonrió levemente, algo incómodo pero agradecido de que Audrey fuera así de atenta con él: era como la señora Weasley, pero sin ser asfixiante.

-La verdad es que no sé casi nada de casi todos los objetos de esta habitación, Audrey, así que no sé ni qué preguntar- confesó sin rodeos-. El papeleo aburre...

-...Pensaba lo mismo, hasta que me di cuenta de que los papeles hablan ante la ley.

-Lo estás sofocando- dijo el señor Dereham gruñón, tomando a los dos por sorpresa.

-Estoy intentando ayudarle- replicó ella con obviedad, pero manteniéndose cortés.

-Sí, bueno, no deberías intentar ayudar a quien no pidió ayuda...-insistió, y mientras Audrey hizo todo lo posible por ocultar su molestia, Harry no dudó en responder.

-A eso se le llama ser amable, y, de hecho, me está ayudando: estoy seguro de que a usted y su banco le conviene lo contrario, pero eso no quita que esté mal mantenerme ignorante a pesar de mi desinterés. Está siendo ética, ¿cuál es su problema? - el tipo, aunque ofuscado, decidió callar, haciendo que Audrey sonriera con suficiencia: para Harry eso fue agradecimiento suficiente.

-Ética, claro. Que además de ser ética lea bien la descripción de cada objeto y use guantes al examinarlos, que no están allí de adorno- Audrey entornó los ojos, mordiéndose la lengua para no responderle con barbaridades: Harry no merecía escuchar eso.

- ¿Cuánto de todo esto pasará a manos del Ministerio y a la MACUSA respectivamente? Se los doy todo sin problemas con tal de ahorrarnos este trabajo: ¡ya van semanas! - Harry casi podía escuchar a Hermione regañándolo por sugerirlo, pero no le importó: no podrían importarle menos las reliquias Black, solo deseaba alejarlas de manos equivocadas.

-La MACUSA no tendría problemas en aceptar ese acuerdo...

-...Ni el Ministerio, pero por algo quien sea que te nombró heredero te eligió: confiaba en tu juicio- Harry suspiró, recordando con tristeza a su padrino, fallecido a unos pisos de distancia. El Ministerio seguramente querría poseer la fortuna Black...pero fue el Ministerio y su corrupción quienes permitieron que su padrino pasara más de una década tras las rejas siendo inocente. Las cosas eran diferentes ahora, le constaba, pero renunciar a todo seguía pareciendo injusto.

19 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora