Causa-Efecto

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Su pequeño Oliver ya tenía poco más de tres meses con ellos, meses que, aunque catastróficos en cuestión de orden y descanso, habían sido los más felices de su vida.

Wood y ella llevaban relativamente bien aquello, siendo él quien se levantaba la mayoría de veces durante la noche a calmar sus llantos o cambiar sus pañales. Katie agradecía que cumpliese con tanto fervor su tarea de padre, siendo la bella imagen de sus dos amados chicos la que más le había robado sonrisas bobas y suspiros de ternura durante esas semanas.

Con ella, Wood había sido cariñoso y comprensivo, tratándola con cautela debido a sus constantes cambios de emoción durante el día, producto de sus hormonas y cansancio. Él no quería volver a herirla de forma tan grave, no cuando se suponía que era él en quien ella podía contar cuando se sintiera sola. No planeaba darle la espalda, aunque fuese inadvertidamente. Eran un equipo, él, ella y su pequeño campeón quien, a pesar de las complicaciones al nacer, se mostraba fuerte y alegre.

De acuerdo a quienes lo habían visto, Oliver era una copia de su padre, aunque este veía mucho de su Katie en sus vibrantes ojos mieles.

Todo marchaba bien: no como antes, pero él se encontraba feliz en donde estaba. Podía ver en Katie que ella sentía lo mismo.

-Lástima que todavía es demasiado pequeño para pedir dulces, ¿Puedes creer que dentro de poco tendremos que acompañarlo? Por cierto, debemos comprar dulces para los niños que vengan a pedir dulce o truco, no vayan a lanzarnos cosas o algo. Y decorar un poco la entrada... - comentaba Katie entusiasmada mientras terminaba de secar al pequeño quien, para variar, se había comportado mientras que su madre lo bañaba. Siempre solía ser desastroso, pero con Wood entreteniéndolo en el proceso parecía haber ido mejor que de costumbre.

-En la semana vamos al callejón Diagon a conseguirlos. Todavía quedan un par de días, después de todo- ya vestido en su pijama, el pequeño Oliver fue puesto en su cuna y arropado en sus frazadas. Todavía recordaban lo obsesivos que eran al principio al hacerlo por miedo a que le ocurriese algo, y aunque todavía prevenían, ya era mucho más fácil y automático.

- ¿Qué hora es? - preguntó Wood mientras salían de la habitación de su hijo.

-Te queda hora y media antes del entrenamiento- respondió ella. A pesar de ser menos desastroso que otras veces, Oliver sí que le había empapado bastante la ropa y necesitaba cambiarla por el frío. Buscó en sus cajones una blusa nueva mientras desabotonaba su camisa, ignorando olímpicamente la mirada hambrienta de su esposo hacia su cuerpo.

¡Merlin, extrañaba hacerle el amor! Debido a todo lo ocurrido con su complicado embarazo y estado emocional, no le había puesto la mano encima desde que cumplió el quinto mes, de eso casi seis meses ya, una eternidad para cualquiera, en especial teniendo a una tentación andante como esposa. Claro que, fiel a su palabra de esperarla y llevar las cosas despacio, no había insinuado nada más allá de lo que ella empezaba, además de que con un bebé en casa era casi imposible un momento de tranquilidad, mucho menos de intimidad. Quizás tenía sus ventajas aquello, ya que ninguno de los dos se encontraba de humor como para discutir una vez Oli se quedaba dormido: pasaban un rato juntos haciendo cualquier cosa antes de ir a dormir un par de horas.

- ¿Wood? - preguntó sonrojándose una vez notó a dónde iba dirigida la mirada de él. Wood se aclaró la garganta tratando de aparentar estar tranquilo, a pesar de querer ser tragado por la tierra allí mismo. ¡Parecía un puberto! Y bastó con ver a dónde se dirigía la mirada de ella para saber que, desde luego, ya había reaccionado otra parte de su cuerpo a la imagen de ella, quien torpemente se cubría el torso con sus brazos.

- ¿Sabes? Voy a ducharme antes del entrenamiento- ella asintió todavía algo consternada.

-Estaré en la cocina- él asintió antes de encerrarse en el cuarto de baño. Katie terminó de ponerse lo primero que encontró y se dirigió a donde había dicho que iría, después de todo y dado a su prolongada incapacidad, no tenía más que hacer además de dedicarse a su hijo y ayudar a su esposo.

19 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora