Aprobación

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- ¿Él...Voldemort...ya no está vivo, entonces? – preguntó la señora Granger en shock, tomando la mano de su inconsciente marido en busca de algún apoyo tras el relato de su hija.

Ambas estaban llorando, demasiado conmocionadas como para no hacerlo. Eran las primeras palabras que había dicho desde que su hija empezó su narración bélica. Todo sonaba tan irreal, fuera de ese mundo...pero nuevamente, tenía por hija a una hechicera, una que no mentía.

O al menos, eso creyó.

-Entonces Dumbledore no murió por "causas naturales" como habías dicho. Lo mataron, y en tu escuela...-Hermione solo asintió, avergonzada, pero incapaz de volver a mentirle en la cara en esos momentos-, ¿y no pensaste que, justamente porque era peligroso, hubiera sido mejor permanecer juntos? ¿Irnos a otro lado juntos? ¡Te enfrentaste a una guerra siendo una niña! – le reclamó, claramente furiosa y herida.

- ¡No iba a huir!

- ¡Eso no era tu decisión para tomar! Por lo que me contaste, esos mortíferos iba en contra de gente como tú... ¡Y tú decides quedarte!

- ¡Quedarme era hacer lo correcto, mamá! Precisamente, porque el mundo mágico es mi mundo ahora, es mi deber luchar para que sea más justo, y no solo para mí, sino que por todos los magos y brujas que nazcan de muggles, para que no tengan que escuchar y aguantar ser llamados "sangre sucia" por otros, o temer a que algún loco purista de la sangre quiera hacerles daño...- declaró ella con firmeza, pues si bien tenía remordimiento sobre el cómo de sus acciones, no se lamentaba el haber peleado, como tampoco el haber hecho todo por proteger a su familia. Por eso no pediría disculpas.

- ¡Eras una niña! ¡Harry, Ron y tú lo eran! ¡Pelearon la última batalla en una escuela, maldita sea! ¡Quien en su sano juicio deja que menores peleen las guerras de adultos!

- ¡Los jóvenes siempre mueren por los pleitos de adultos! ¡Así es la guerra! ¡Siempre ha sido así! – y en eso, lamentablemente, los muggles y magos se parecían demasiado-. Y no dejaría solo a Harry, ni Ron tampoco, no cuando más nos necesitaba. El conflicto era más grande que él, o que nosotros, o que todos los involucrados... pero tenía que resolverse...

- ¿Y eso fue suficiente razón para dejarnos atrás? ¡Nos hiciste olvidarte! ¿Y si hubieras...? - no pudo acabar, rompiendo en llanto una vez más. La abrazó con fuerzas, besándole la cabeza a pesar de su enojo, dejándole claro que su rabia partía de la preocupación e impotencia. Hermione no era madre, pero imaginaba que debía ser horrible descubrir que tu hija había vivido al filo de la muerte tanto tiempo, y peor aún, saber que no había hecho nada para evitarlo...incluso sin ser su culpa, debía ser frustrante.

-Mamá, sin ofender, pero ustedes no podían hacer nada. Incluso si hubiera elegido huir con ustedes, me hubieran buscado por mi relación con Harry. A todos los que alguna vez le hablamos nos fue igual- pensó, recordando a sus compañeros interrogados, algunos torturados por la posibilidad de que supieran algo del Elegido-. Yo no quería que les hicieran algo...ustedes lo son todo para mí: jamás me hubiera perdonado si les hubiesen hecho por mi culpa...- confesó, dándole igual no poder hacerse la fuerte-...por haber tenido a una hija bruja que los metiera en esos problemas. Apenas unos días después de que los mandé lejos, fueron a buscarlos a casa...- Jean la miró incrédula, temblando por lo que pudo haber sido-, y muchas veces intentaron rastrearlos para chantajearme con sus vidas...antes no los encontraron...

-... ¿Y ellos están bien? – Hermione la miró confundida-. Tus compañeros, quiero decir. Harry, Ron, ¿ellos están bien? Ron era el pelirrojo que te acompaño a Australia, ¿o me equivoco? – preguntó la mujer, tratando de dejar el tema de lo que debió haber hecho Hermione por la paz. No podía juzgarla, en especial porque no entendía del todo el contexto, solo que su hija hizo lo que creyó correcto, por más difícil que fuese.

19 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora