50.- El esperado campamento

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Una semana antes del campamento

Estaba con mi padre entrenando para el intercambio de plumas.

Keigo: Vale, pero esta ya es la última vez, me tengo que ir a dormir - decía entre bostezos.

- ¡Vale!

Hicimos una nube de plumas entre las suyas y las mías.

Keigo: Vale, yo intentaré ponerme tus plumas como alas y viceversa, ¿De acuerdo?

- Sí.

Lo hicimos, pero aún así yo atraje a mis plumas y el a las suyas.

- Jo - desilusionado - Otra vez será.

Cuando me di cuenta me fijé en que mi padre me miraba impactado.

- Papá... ¿Qué te pasa?

Keigo: ¡La-las puntas de tus alas!

Agaché la cabeza para darme cuenta de que mis alas a cierto punto estaban hechas con las plumas de papá, al darme cuenta me fijé en las suyas para darme cuenta de que estaban iguales, pero al revés.

- ¡¿Lo conseguimos?!

Keigo: Veámoslo.

Cada uno intentó atraer una pluma de las alas del otro surgiendo el efecto esperado.

- ¡Sí que ha funcionado! ¡Puedo controlar tus plumas!

Keigo: ¡Por fin podré volver a irme a dormir a mi horario normal!

- ¡Quiero probar algo!

Atraje todas las plumas de sus alas, creando así un par de alas gigantes con las plumas rojas y las negras.

- ¡Me encantan!

Keigo: ¡Como molan! Pero... - volviendo a poner sus alas igual que antes - Tengo que irme a dormir, buenas noches, no te vayas a dormir muy tarde.

- ¡Pues claro!

Una semana después... (Día del campamento)

El día del campamento llegó. Cuando me desperté, me vestí con el uniforme de la UA, cogí la maleta y bajé al recibidor donde estaba mamá.

Rumi: ¡Hasta la semana que viene! - dándome un abrazo.

- Lo mismo digo.

Me soltó de golpe y se puso delante de mí con un semblante un poco apagado.

- Papá aún sigue de misión, ¿No?

Rumi: Sí...

- ¡Je! No pasa nada - avergonzado - Tan sólo dile que nos vemos en una semana.

Rumi: Pues claro.

Abrí la puerta encontrándome con papá de sopetón .

- ¡¿Papá?!

Rumi: ¡¿Cariño?!

Keigo: ¡Je! Ya estoy aquí.

Me cogió del antebrazo.

Keigo: Hoy te llevo yo.

Me arrastró como una bolsa para tomar el vuelo conmigo agarrado del brazo, mientras yo agarraba la maleta.

Rumi: ¡Adiós, pásatelo en grande, conejito!

Así mi padre se me llevó volando hasta la zona de autobuses de la UA.

Keigo: Aquí te suelto, no tengo permitido aterrizar.

- ¡Pero si estamos a unos 500 metros!

Keigo: Tienes alas.

El hijo de dos grandes heroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora