Prologo. Parte 2

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El abrazo entre mi madre y yo se alargó por mucho tiempo, ninguna de las dos se quería separar, ambas queríamos compensar el tiempo que estuvimos alejadas.

Al final fue mi madre quien rompió el abrazo, antes de que pudiera reclamar mi madre dejo un tierno beso en mi frente y comenzó a jugar con mis cortos cabellos, despeinándome, algo que desde los seis años le gustaba hacer solo para molestarme. Mi corazón latía desbordado, algo común cuando estaba con mi madre.

Por Merlin, cuanto te he extrañado – Comente de forma rápida mientras unas pequeñas lágrimas de felicidad escurrían de mis ojos.

Oh, mi pequeña flor de campo, no llores por favor – Una vez más me volvió a abrazar. Yo sentía que no existía un lugar mejor que ese, aunque el temor de que mi padre llegara se encontraba latente – No te preocupes Pansy, mamá está aquí y nada te dañara – Parecía que mi madre me podía leer la mente, pues siempre decía lo que necesitaba escuchar, como en esa ocasión – Venga pequeña, termina tu desayuno me iré a duchar y nos encontraremos en el jardín, junto a tus flores ¿okey? – Asentí en respuesta. Mi madre me dio un beso en la frente y sin más, se retiró del comedor.

Con apuro terminé mi desayuno, le agradecí a Rewona por el desayuno y salí corriendo del comedor rumbo al jardín de la mansión.

Todo parecía diferente aquel día, el largo trayecto rumbo al jardín de la mansión no se veía tan frio como de costumbre e incluso puedo decir que lo sentí más corto, y al llegar al patio, podía afirmar que el pasto se veía tan verde como en los años de mi infancia, aunque talvez solo era producto de mi emoción. Camine a paso constante durante, quizás, 7 minutos hasta que mis flores se hicieron visibles las "pensamiento de jardín"  (una variación de la viola tricolor) se encontraban muy bien cuidadas, al igual que el sauce llorón que a pocos metros se encontraba de las flores y las petunias que se encontraban al lado de mis flores. Aquellas tres plantas se encontraban mejor cuidadas que el resto del jardín, lo cual se debía a que mi padre le pidió (exigió) a los elfos que le dieran el mejor cuidado posible al par de flores al igual que al árbol para poder respetar una antigua e importante tradición de la familia Parkinson.

Decidí sentarme de espalda a mis flores, el día era agradable, había pocas nubes y el sol brillaba con suavidad (algo poco usual en Londres), unas ligeras corrientes de aire llegaban cada cuanto moviendo mi cabello al igual que el pasto y las copas de los árboles. El aroma combinado de las flores y del pasto causaron me llevaron a otro nivel de relajación que ni una poción podría igualar.

Mi madre hizo acto de aparición justo antes de que yo me sumergiera en sueños, algo que quizás necesitaba pues con los sucesos de aquella semana me había costado conciliar más de cuatro horas de sueño por noche. Aquel día mi madre llevaba puesto un simple vestido de color azul mezclilla que le llegaba pocos centímetros encima de sus rodillas, en su rostro una gran sonrisa que me lleno de dicha.

Perdón por la tardanza cariño – Dijo mi madre antes de tomar asiento al lado mío – Hoy es un día muy agradable ¿verdad?

Tienes razón madre, hoy está siendo un día hermoso –.

Sabes, esta semana en Rumania fue bastante agradable, casi todos los días eran igual que este, pero, por mucho que me guste Rumania, no es lo mismo si no estás tú o tu padre – Una falsa sonrisa en mi rostro apareció, pues la mención de mi padre me hacía sentir de mil formas menos feliz, pero si aparentemente mi madre no sabía nada de lo ocurrido en casa durante la semana, no sería yo quien le informara.

Supongo que lo entiendo, algo así me paso durante esta semana – Dije con notoria tristeza.

Mi madre froto su muñeca de forma lenta, cualquier otra persona pensaría que mi madre estaba intentando aliviar el dolor de su muñeca, pero yo sabía que aquel gesto lo hacía siempre que se sentía culpable, triste o preocupada.

Serpientes Valientes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora