Final del sexto año.

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Dentro de la sala común de Gryffindor, aquel lugar donde el dorado y el escarlata convivían en colores, cuatro leones con miradas sombrías se encontraban, tres de ellos rodeando al único que lentes utilizaba. Dos de ellos eran pelirrojos, ambos hermanos, ambos preocupados, la menor de todos tomaba entre sus brazos a quien era su pareja en un abrazo, el chico no había dicho una palabra desde que le dieron de alta y sacaron de la enfermería casi por la fuerza; por su parte, Ronald estaba de pie haciendo de obstáculo entre la leona de piel morena, quien en sus ojos una capa de furia se mostraba, dirigida en su totalidad a su amigo.

¿Por qué la atacaste? – Ambos hermanos cerraron los ojos, sabiendo de lo que se aproximaba, por mucho tiempo se había retenido – ¿De dónde sacaste ese hechizo?

El libro...del príncipe mestizo – Consiguió decir en un triste hilo de voz.

La chica apretó sus puños – Te lo advertí – Se puso de pie con violencia – ¡¿Cuántas veces te dije que desecharas ese maldito libro?! – Quiso seguir avanzando, pero Ronal se lo impidió – Pero claro ¡¿Por qué me iba a escuchar a mí el gran Harry Potter?!

Hermione – Regaño el león – Tranquilízate un poco, no estas siendo de mucha ayuda – Regaño el pelirrojo.

Ron, ayer Harry casi se gana un boleto a Azkaban – A ese punto el parpado de uno de sus ojos comenzó a temblar producto del estrés – ¡¿Cómo diablos debo reaccionar si casi mata a alguien?!

Parece que estas más preocupada por esa serpiente que por tu amigo – Acuso el chico a punto de perder la compostura.

Pues claro que estoy preocupada por ella ¡es mi amiga! –.

¿Entonces que haces aquí con nosotros? ¡Largate a la enfermería para estar junto a esa maldita serpiente! – A ese punto de la discusión era más que posible que toda la casa les estuviera escuchando discutir, a diferencia de lo que era normal en un día cualquiera dentro de la casa de los leones, parecía que no había ni un alma aparte de las de los chicos que estaban cerca al fuego; todo el lugar en perfecto silencio aparentaba más ser una extensión de Slytherin.

¡Basta! – La larga cabellera rojiza, que ante la luz del astro padre aparentaba estar hecha del más potente y puro fuego, aquel que le fue robado a los dioses por obra de un marsupial según algunas culturas, se agito con furia al momento en el que la chica se puso de pie – Si no tienen nada más que decir les pediré que se sienten y se callen. Los dos.

Ambos chicos obedecieron, se hundieron en sus respectivos asientos en perpetuo silencio, con miedo a que la menor de todos terminara hechizándolos si continuaban con su estúpida disputa. El silencio se siguió propagando. Sus respiraciones, junto al crepitar del fuego, resonaba por la habitación; fue la ausencia de ruido lo que le permitió al chico de lentes recordar la manera en la que se hablaba

No sabía que hacia ese hechizo – Confeso en un moribundo hilo de voz que apenas y consiguió ser comprendido por todos los presentes – Tampoco se lo lance a Amelia, le apunte a Malfoy...él estaba por atacarnos.

Todos se miraron casi al mismo tiempo en cuanto el león termino de hablar sin comprender un detalle que había mencionado – ¿Amelia? – Se animo a preguntar Ginevra – Cariño, ¿no había ninguna Amelia en el baño?

Parkinson, Amelia Parkinson – Aclaro Potter tanto o más extrañado que sus compañeros.

No sabia que Pansy tuviera un segundo nombre – Comento Hermione más para ella misma que para aportar algo a la conversación – ¿Cuándo te lo dijo?

No lo hizo, lo descubrí...cuando toqué su mano. Después de que comenzara a doler –.

La mente de Hermione comenzó a dar vueltas, los engranajes de su privilegiado intelecto comenzaron a funcionar, hipótesis apresuradas volaban de un lado al otro los datos que ya había recolectado antes parecían esconder algo detrás de ellos, pero no sabia el que podia ser – Quizás el hechizo reboto contra algo, como paso el año pasado con el collar de Hermione – La suposición de Ron era más que lógica, posible y practica, un gran aporte.

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