OJOS LINDOS.

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Daphne Greengrass se encontraba corriendo por los pasillos del colegio de magia y hechicería Hogwarts, a pesar de la velocidad a la que sus piernas se movían, la serpiente cuidaba el ruido que generaba, pues tenía una cita y no permitiría que nadie se interpusiera.

Unos cuantos minutos corriendo y escondiéndose le fueron necesarios para llegar a uno de los grandes jardines del colegio, el frio de la noche golpeo el cuerpo de la rubia, quien solo llevaba la capa del uniforme para protegerse del frio y era evidente que no sería suficiente, pero eso tampoco importaba, si para poder pasar el rato con Luna Lovegood, la linda águila por la cual su corazón retumbaba con la fuerza de 100 vociferadores, tendría que soportar una semana recibiendo pociones y burlas por parte de su amiga (Pansy Parkinson, la medimaga de cabecera del trio de plata) que así fuera. Sin gastar más tiempo, Daphne comenzó a caminar hacía el bosque prohibido, un lugar que no le era agradable, pero en el cual había estado en más de una ocasión.

En cuanto tuvo a tiro de piedra a los primeros arboles del bosque, la serpiente reviso su bolso rápidamente, comprobando que no le faltaba ninguna de las cosas que había preparado para pasar el rato con la rubia menor.

Solo faltas tu Luna – Menciono al aire tras comprobar que llevaba todo. De forma fugaz en su mente apareció el recuerdo de su primera platica con el águila – Solo grita pudin y apareceré cerca de ti – Susurro Daphne. La serpiente tomo una buena bocanada de aire, se olvidó de la vergüenza y a los cuatro vientos grito: ¡puuudiiin! – El grito fue lo suficientemente fuerte para que algunas aves del bosque detuvieran su canto, pero no lo suficiente para llamar la atención de alguien.

A cada segundo que pasaba más tonta Daphne se consideraba, pues se había dado cuenta de que no había ninguna forma de que su águila se enterara de su llamado. Justo cuando en su mente la idea de dar media vuelta y regresar, un crujido proveniente del bosque le hizo voltear la mirada.

Ahí, en medio de la oscuridad del bosque y siendo apenas alumbradas por un pequeño rayo de luz lunar, dos pequeños orbes de color azul grisáceo que brillaban con intensidad, pronto una plateada cabellera se hizo presente, acompañando a las lindas orbes. La mayor de las Greengrass no necesito más, sabía que lo que la noche le permitía ver era el cabello y ojos de su águila deseada.

Sin miedo a nada se acercó a los arboles desde los cuales su águila le miraba – Veo que lo recordaste – Dijo la suave y soñadora voz de Luna Lovegood.

Si alguna vez quieren otro ejemplar, griten pudin cerca de ti me encontraras – Dijo Daphne parafraseando lo que Luna les había dicho aquel día.

Lamento decir que esta es una hora poco común para conseguir otro ejemplar – Una pequeña risa acompaño el comentario y fue más que suficiente para derretir el corazón de la serpiente – En realidad no tengo ninguno conmigo ahora mismo – Aclaro la rubia menor con algo de vergüenza – Pero si me acompañas a mi sala común, te puedo conseguir un ejemplar.

Luna Lovegood no espero respuesta y comenzó a caminar rumbo al castillo. Daphne salió del estado de estupidez profunda que le había provocado el escuchar la risa del águila y actuó para evitar que la menor se alejara – Espera un poco Luna – La vergüenza invadió a la serpiente al darse cuenta de que había llamado a la estudiante de Ravenclaw por su nombre – Yo no te estaba buscando para tener otro ejemplar. No me mal entiendas, me he leído la revista como 20 veces y creo que es genial. Pero yo quería...yo quiero saber si tu...bueno si te gustaría.

Acepto – Luna salió en rescate de la serpiente, pues al ver como las mejillas de la otra rubia se volvían rojas cual tomate, intuyo que no podría terminar de formular su petición.

Daphne comenzó a parpadear de forma compulsiva, pues no había entendido como es que la chica menor le había entendido – ¿Qué?

Luna volvió a reír y se acercó un poco más – Acepto tu propuesta para tener un picnic nocturno – Luna se acercó aún más a la rubia mayor – Fueron los nargles – Susurro Luna en el oído de la mayor. Fue aquel el primer momento donde se dio cuenta de la diferencia de altura entre las dos, pues el águila tuvo que ponerse de puntillas para poder acercarse al oído de la serpiente.

Serpientes Valientes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora