Capitulo 2-Sospechas de Nochebuena.

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Quiero darle un agradecimiento especial a @RoxanneMrquez pues me ayudo a escoger el titulo de este capitulo. Muchas gracias. Sin nada más que agregar, les dejo con la lectura.




Vamos pequeño, tu puedes – Un graznido en respuesta – Confía en mi amigo, nada malo te pasara – Otro un tanto más agudo – Yo estaré aquí, no te dejare caer – El pequeño cuerpo salto desde su lugar en una de las altas cornisas, agito sus alas con fuerza, de manera poco elegante, pero con mucho ímpetu, consiguió retrasar su caída, pero no consiguió su objetivo. Me moví con tanta rapidez como pude, junte mis brazos para poder recibir sin miedo a fallar, el cuerpo del ave impacto con éxito en la improvisada pista de aterrizaje – Te lo dije, no te dejare caer – Acaricie la cabecita del búho – Lo has hecho bien amigo – El ave bajo su cabeza, como si se avergonzara de no haber conseguido volar – Aun eres muy pequeño y tenemos todo el tiempo del mundo. Ahora debemos ir por algo de comer.

Ya nos encontrábamos terminando la primera semana de las vacaciones de invierno, unas que durarían 3 semanas. Pocos alumnos me acompañarían, gran mayoría del grupo estudiantil había decidió volver con sus familias, algo que con total seguridad podía afirmar que tenía relación directa con el regreso de Voldemort. Hermione Jean Granger no fue la excepción, a pesar de ser envenenada por el imbécil de McLaggen, quien por obra y gracia de Morgana fue expulsado al alba del día siguiente a la fiesta.

La castaña no presentó ninguna secuela negativa, aunque la sentí actuar de forma extraña al despertar, nerviosa y distraída ante mi presencia, deduje que era debido a la vergüenza que le generaba los borrosos sucesos de la noche de la fiesta que se habían quedado en su mente.

El poco tiempo que nos quedó para fraterniza lo quemamos dentro de la biblioteca, reino aún más inhóspito que de costumbre, hablamos de cosas poco importantes, evitando tocar el espinoso tema de su excompañero de casa.

Cuando la falta de alumnos se volvió norma en el colegio, agradecí el haber encontrado con la soledad pues pude centrarme en mis propios intereses de investigación. Una rutina se comenzó a forjar con el pasar de los días: despertar, recorrer los campos del castillo junto a Fang, visitar a Aragog intentando tratarlo, tomarme un descanso para comer (en ocasiones) y tomar un baño; prácticas de vuelo con mi alado amigo, practicar mis habilidades de duelo, continuar con mis investigaciones de pociones, prepararme para los exámenes (porque por mucho que el mundo estuviera en llamas, parecía que los exámenes no podían faltar) y al final, volver a dormir.

Eran días muy ajetreados donde apenas y tenía tiempo para pensar en las cosas que me atormentaban durante aquellas épocas, cosa satisfactoria para mi persona, un poco más de paz en medio de una tormenta. Los avances con mi amigo alado eran cuanto menos prometedores, aunque siempre debía de recalcar que estaría ahí para atraparla en caso de caer, paso muy rápido de caer en picado a poder retrasar un poco su precipitación.

Me encontraba caminando rumbo a las cocinas con el búho aferrado a mi hombro, mirando los alrededores con una curiosidad que le desbordaba, moviendo sus ojos a cada cosa nueva que encontraba. En cuanto entramos a las cocinas, los elfos domésticos me recibieron con su habitual buen humor, escuché y sentí como mi alado amigo extendía sus alas y las comenzaba a mover con violencia, intentando, sin mucho éxito, intimidar a las criaturas que le eran desconocidas.

Tranquilo amigo – Intente consolar con palabras – Son amistosos, buenos seres – Aun sin estar muy convencido, volvió a juntar sus alas con su cuerpo, pero sin dejar de tener la mirada fija en el más mínimo movimiento – Confía en mí, nunca te pondría en un peligro innecesario.

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