Epilogo-Ultima Voluntad.

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Esto no fue un accidente – La voz de la metamorfomaga estaba mucho más firme que de costumbre, su entrecejo estaba fruncido y su cabello estaba convirtiendo en rojo – vi la marca en su ropa, ya no tendré mi placa, pero se identificar la marca de un hechizo cuando la veo.

Concuerdo contigo Dora, tengo la certeza de que fue algo planeado – La directora estaba igual o más enojada, por más de un motivo referente a lo que había ocurrido al mismo tiempo que se sentía culpable pues ella era la encargada de garantizar la seguridad de los alumnos, ella había sido quien personalmente había hablado con la chica para convencerla de regresar, a quien le había pedido confiara en que todo iba a salir bien, el sentimiento de culpa era inigualable, le quemaba por dentro y sabía que aun si la serpiente descansaba, jamás se perdonaría por haberle fallado a su alumna –. Moveré lo que haga falta para dar con los responsables.

Voy a buscar a los prefectos, quizás ellos vieron algo – La tejona no tenía paciencia, necesitaba buscar respuestas lo más pronto posible, quería saber quien fue capaz de lastimar y humillar a una chica tan dulce como lo era Pansy Parkinson, a quien le debía la vida.

Ambas maestras estaban en lo correcto, aquello no había sido producto de un desafortunado accidente o cuadro de psicosis producto de la mente alterada, todo había sido fruto de premeditación y un poco de casualidad, mala suerte o destino díganle como más quieran. Una leona que tanto había perdido durante la guerra se había convertido en prefecta para su casa, un puesto que le entrego muchas ventajas, pues entre sus compañeros de labores termino encontrando aliados en su retorcida misión, su compañero un chico que igual a ella había perdido algo, las serpientes también estaban de su lado, los únicos en los que había encontrado resistencia había sido en la casa de los tejones y en la casa de las águilas, pero aun así era más que suficiente para los cuatro que habían estado más que preparados para cuando el momento llegara, mismo que apareció por una sarta de buena y mala suerte depende quien lo viera mientras la leona de ascendencia india se encontraba moviéndose por la zona aledaña a la torre donde su enemigo vivía, era lo que tocaba, vigilar que nadie estuviera rompiendo las reglas; desde el final del pasillo lo consiguió identificar el inequivoco sonido de alguien corriendo, algo molesta se vio en la plena obligación de ir a comprobar lo que pasaba.

En el final del pasillo, al inicio de unas escaleras, la suerte le apareció entonces, iluminando su vida entera al instante, su enemigo, quien le había arrebatado a su hermanita, inclinada sujetándose de sus rodillas, se le veía cansada. Una oportunidad dorada para acabar con la próxima Voldemort, a la mortifaga más peligrosa que existía, con furia tomo su varita en su mano, pasos fuertes firmes que retumbaban como tambores de una banda de guerra, consiguió finalmente llegar a su espalda.

Hey perra – Observo como la chica se ponía de rodillas en el suelo, se llevaba una mano al pecho producto del doloroso pinchoso en su interior – No te atrevas a ignorarme asquerosa mortifaga – Una exigencia que no fue escuchada, una batalla más importante en la mente de la serpiente se estaba dando, una que era sin duda más traumática – Maldita perra – Enojada movió su varita sin pensarlo ni por un solo segundo, un bombarda salió de la punta de la varita con furia y velocidad golpeando la espalda de la chica en el centro exacto de la columna. La chica que salió volando por los aires hasta comenzar a caer por las largas escaleras, sonido de un golpe seco al caer finalmente al descanso; rápidamente la hermana Patil que no había perdido la vida en la guerra se apresuro a bajar escalón en escalón con su varita preparada para lanzar cualquier hechizo – Ella no se lo merecía ¡Por que estas viva tu y no ella! – Las lagrimas le dejaban ciega igual que la furia a su juicio – Crucio ­– Lanzo la maldición de tortura, sorpresa para ella que su victima ni se moviera un poco, repitió el maleficio otras dos veces hasta que se comenzó a preocupar, con la suela de su zapato movió el cuerpo inerte tratando de hacerlo reaccionar – Parkinson, venga, muévete – Con un poco de asco por tocas a la amante de una de las más temidas mortifagas y a quien tenía en su cuerpo la marca del señor tenebroso, movió el cuerpo inerte en el suelo para dejarlo boca arriba. Observo fijamente el pecho de la chica que parecía no moverse nada.

Serpientes Valientes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora