Epilogo - Resistir.

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Como todos los días desde hace semanas la joven Lovegood fue la primera en despertar en la gran mansión de la familia de su pareja, limpio sus cansados ojos con la ayuda de sus dedos, le costó muy poco adaptar su mirar a la luz que por las ventanas entraba, el día era más gris que de costumbre no había dejado de llover desde la noche anterior el frio era marcado; todo significaba que debía de esforzarse un poco más, observo a un lado, en la parte izquierda del colchón matrimonial, otra cabellera rubia que destellaba incluso en la noche más calmada, su amada seguía dormida como de costumbre, algo normal siendo que la noche anterior volvió a ser una mala noche.

Se inclinó un poco, con cuidado de no aplastar o despertar a su compañera, dejo un pequeño beso en la mejilla antes de levantarse.

Realizo su aseo personal con rapidez, tenía muchas cosas que hacer.

Después de la guerra la casa que había compartido con su padre durante tantos años había sido destruida, la familia de su novia les ofreció a los dos quedarse en lo que duraban la reconstrucción que parecía se tomaría un buen tiempo. No lo pensaron mucho, tanto padre e hija coincidieron que sería algo bueno para ambas familias, la muerte del padre de las hermanas había sido un golpe muy duro para las tres mujeres, no había mejor momento para que ambas familias se juntaran un poco más para afrontar toda la situación – en la unión esta la paz – Había dicho el águila cuando su padre le consultaron la situación. Y tenía mucha razón pues fueron tiempo muy duros, cuando apenas estaban aprendiendo a lidiar con el duelo de haber perdido a su padre, las serpientes se enteraron del estado de salud de la única Parkinson en libertad, más angustia que acumulaba la mayor de las hermanas, trataba de ser fuerte por su hermanita, por su madre y su amiga, sentía por momentos que estaba por estallar; Luna no espero a que las cosas empeoraran, comenzó a acompañar a Daphne en todo, algunas noches se quedaba en el hospital cuidando de Pansy en nombre propio y el de su pareja, se encargaba de preparar algo para que su novia y su familia comieran, velaba por el sueño de su amada cada noche que la mente jugaba malas pasadas. Todo siempre con su natural cariño y entregándole una sonrisa a la rubia mayor que había descubierto era ese lindo gesto lo que quería ver todas las mañanas por el resto de su vida.

Aquella mañana no fue diferente, había estudiado muy bien los patrones de conducta de su amada desde que comenzaron a salir, de misma manera que hacía con las criaturas que investigaba en el bosque prohibido. Sabia de sus gustos, sus rutinas, todo perfectamente documentado para no pasar nada por alto.

Lo único fuera de la rutina era que tendría la ayuda de otra bruja en la labor de tratar de mantener los ánimos de la mañana, la señora Tonks junto a su hija y hermana menor estaban en la mansión cuidando de la herida serpiente que en cuarto más cálido que cualquiera del hospital descansaba. Juntas pues se encargaron de tener todo preparado para cuando los pasos comenzaran a sonar por todo el lugar.

Cuando el reloj marco que faltaban 10 minutos para las 11, Lovegood retorno a la habitación que compartía con su novia, sabiendo que muy pronto se despertaría. Se sentó en el pequeño sofá del cuarto que era tan grande como la sala de su antigua y destruida casa, de suelo de madera blanca siempre brillante y las paredes de ladrillo pintado de una coloración beige, el mueble de color marrón era lo cómodo que se puede esperar de algo que tiene cuatro cifras de valor, pero nada comparado con la cama de sábanas blancas y azules. Un pequeño quejido le saco de sus pensamientos, se puso de pie y fue hasta la cama colocándose de rodillas al lado, quedando de frente a la serpiente que comenzaba a despertar.

Hola – Saludo Daphne con su voz un poco ronca como siempre que se despertaba, aquella variación que parecía ser más un pequeño rugido o ronroneo le hacía temblar – buenos días amor.

Serpientes Valientes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora