Salí en mi forma animaga, mi espeso pelaje fue de utilidad para evitar mi muerte por hipotermia, caminé con la precaución de no ser vista, pues por mucho que fuéramos magos, el encontrarnos con un lobo de considerable tamaño, dientes filosos y mirada penetrante sin duda genera miedo, no estaba en mis planes el meterme en más problemas.
Mi andar por el campo fue sencillo, la tormenta empeoro considerablemente motivo por el cual no había ni un alma humana que no estuviera refugiándose del frío, lo complicado comenzó cuando entre al castillo. Muchos eran los alumnos que se encontraban en los pasillos, tomados de las manos, compartiendo cálidas charlas; tuve que dar un gran rodeo por los pasillos más escondidos, me aproveche de algunos pasadizos que había encontrado durante mis primeros años de escuela con tal de no volver a mi forma humana en la cual podrían observar mi desalineado estado.
Entre en un armario que se encontraba en un pasillo muy cercano al despacho de Mcgonagall, el cual era mi destina final, fue una tarea mucho más difícil de lo que se supone debería ser, pero lo importante es que lo conseguí. Ya en la intimidad del lugar volví a ser humana, en automático comencé a toser, mi garganta dolía por el frío, pero lo intente ignorar, tome mis cabellos entre mis manos para exprimirlo con tanta fuerza que me termine lastimando, algunas gotas de agua se estamparon contra el suelo cada vez que repetía la acción, desenfunde mi varita una vez dejado seca mi cabellera, realice un hechizo para que mi ropa se comenzara a secar, lo cual tomaría unos pocos minutos dos en el mejor de los casos, cinco si la cosa era muy jodida.
Apoye mi espalda sobre la puerta, recargando todo mi peso, me deslice por ella hasta llegar al suelo. Sentada junto a la imperturbable soledad comencé a planificar la mentira que le diría a la profesora, no podía contarle lo de la marca, aun no, debía de inventar una excusa lo suficiente válida para justificar que supiera de la presencia de la mortifaga
Me quede sentada, pensando, minando y minando en mi mente intentando encontrar una posible salida, cualquier cosa me era de utilidad con tal de no revelar el motivo de mi vergüenza. El agua se secó, tuve la fortuna desafortunada de que el hechizo solo necesitara dos minutos, aun cuando no había motivo para quedarme, me tome un poco más de tiempo, solo para asegurarme de estar totalmente preparada para cualquier eventualidad.
Camine los pocos metros que me separaban de la persona en la que más confiaba dentro del cuerpo docente, sin contar al director Dumbledore.
Vacile en más de una ocasión, levantaba mi mano con el puño ya formado lista para llamar a la puerta, pero me terminaba asustando. Hice el amague un total de tres veces hasta que finalmente me decidí abandonar la idea, pues razone que ya tendría tiempo para contarle a la profesora, estaba a punto de darme la vuelta y largarme cuando el rechinar de la madera me hizo parar en seco todos mis movimientos.
Oh, señorita Parkinson – El inconfundible asentó escocés de la jefa de Gryffindor me confirmo que no me había confundido, mi plan de escape fracaso antes siquiera de ser llevado a la práctica – ¿Ocurre algo joven Pansy?
Profesora... – Comencé a rascar mi muñeca izquierda, los nervios me estaban matan, temía de la reacción de la mayor – Me encontré con Bellatrix.
La sonrisa que me había regalado murió al instante que pronuncie el nombre de aquella cabra loca. Sin mucha delicadeza me tomo de mi brazo derecho metiéndome a la habitación de la cual parecía que estaba preparándose para salir. Con magia no verbal cerro la puerta con un encantamiento de bloque que me era desconocido para después silenciar la habitación, previniendo que cualquier indeseable escuchara algo.
Me llevo hasta el mismo sofá en el cual se había enterado de mis intenciones de ser animaga... aquel recuerdo ya se sentía demasiado lejano, como si hubiera pasado toda una vida desde entonces. Con mayor delicadeza me ayuda a sentarme sobre el acolchonado mueble – Cuénteme que ocurrió – Durante gran parte de mi relato la profesora no se quedó quieta, constantemente buscaba alguna herida visible en mi cuerpo, claro que primero encontró el corte en mi mejilla, el cual atendió tan rápido como lo detecto.
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Serpientes Valientes.
Fanfiction"Una serpiente demasiado valiente por el mármol trepo, a una ventana llego y al oído del león, una nana le canto". Gran parte de la historia sera narrada desde el punto de vista de la princesa de las serpientes, Pansy Parkinson, quien recapitulara s...