Pansy despertó de golpe.
Las noches siempre eran horribles, cuando sus ojos se cerraban todo a su alrededor volvía a ser igual a aquella mansión, las paredes, los olores, los sonidos, todo; sobre su cuerpo volvía a sentir las uñas pasando sobre ella, su piel abrirse ante cada corte, ser desprendida de su cuerpo a golpes. Su intimidad arder como si se estuviera quemando al ser desgarrada por las uñas de ella, quien le observaba.
Escuchaba que le hablaba.
Oh pastelillo – Esa pútrida lengua que dejaba escapar veneno le ensuciaba el cuello – eres tan deliciosa – Una de esas malditas manos se adentraron por el suéter que como pijama utilizaba –. No hagas ruido o despertaras a la sangre sucia – Sintió como se cerraba una mano alrededor de su garganta – y si se despierta, yo jugare con ella, tomara tu lugar ¿quieres eso? – Al instante negó con fuerza, sin miedo a lastimarse, con la esperanza de que su cuello se quebrara – Oh tanto me deseas, me siento alagada – Los colmillos estaban por morderle en el cuello cuando...
Pansy abrió los ojos.
Se levantó de su cama tan rápido como pudo, dentro de su estómago una sensación que quemaba y apretaba se hizo presente, su destreza se hizo notable al momento de conseguir abrir la puerta del baño sin apenas hacer ruido estando en el estado tan deplorable en el que se encontraba. De mérito también resulto ser que consiguiera encantar el baño para que no se escuchara sonido alguno, dentro del pequeño baño que era de azulejos blancos en las paredes y grises en el suelo, el lavabo de manos era del mismo color que las paredes, así como el retrete y la diminuta bañera; su atención fue directa al retrete, casi de rodillas se tiro al lado del peculiar dispositivo, el sentir en su estómago exploto, quiso vomitar, su cuerpo realizo las acciones necesarias y el baño se llenó de desagradables ruidos, pero no pudo regurgitar absolutamente nada, cinco arcadas después no consiguió nada más que tirar bilis que le irrito la garganta.
Cuando los espasmos terminaron su cuerpo se desplomo, totalmente rendida y agotada, apenas podía mantener su ojo abierto, sabiendo que necesita hacerlo por mucho que le molestara, se retiro los aretes que le estaban salvando la vida e irónicamente también se la estaba quitando. Cuando el hechizo que de forma automática generaban desapareció, su perfecta piel cambio y mucho, perdió tanto volumen que sus ropas le quedaron tan holgadas como si fueran sabanas alrededor de su cuerpo, su piel se volvió aún más pálida tanto que parecía algo enfermizo, sus parpados se cubrieron de un color negro tan oscuro como el carbón, sus labios quedaron agrietados y perdiendo todo color; se dejó caer en peso muerto como si de un costal de papas se tratara, uno de los grandes problemas que consigo traían aquellos accesorios que le permitían esconder sus cicatrices, era que consumían casi la totalidad de la magia que su cuerpo generaba, como era natural su magia intentaba encontrar energías para seguir funcionando por lo que su cuerpo se había estado consumiendo a un ritmo más que alarmante, cualquiera que consiguiera observar el tórax de la serpiente donde sus costillas eran más que notorias, si pasaran sus dedos encontrarían y sentirían todo el relieve, pero no hay que irse tan lejos, solo observando el rostro se darían cuenta, sus mejillas tenían casi nulo volumen, casi que parecía ser un cadáver.
Estando en esa posición en el suelo, tan indefensa como se podía esperar de alguien que parecía estar a nada de rendirse, como lo había estado en aquella ocasión. Respiraba de manera muy lenta, sabía que no volvería a dormir, ya conocía a la perfección su cuerpo y mente; mientras ella siguiera viéndole desde las esquinas más oscuras de la habitación, susurrándole maldiciones en su oído, volviéndole a tocar sin consideración o pudor alguno el cuerpo de la destrozada pelinegra.
La puerta no había quedado del todo abierta, una pequeña rendija por la cual se escapaba la luz del baño, un peludo animal de color anaranjado entro por ese pequeño espacio, la pequeña criatura cerro la puerta tras dejar pasar su esponjosa cola, a pasos rápidos llego hasta su nueva amiga, dado vueltas se recostó sobre uno de los brazos de la serpiente que parecía estar algo sorprendida, pero sin fuerza alguna para mencionarlo. Se quedo observando al felino con su único ojo, poco a poco el sueño volvió a llegar sobre ella, sorprendente el efecto que los animales tenían sobre ella consiguiendo calmarla tanto como para volver a dormir sintiéndose momentáneamente protegida de aquella mujer cuyos ojos brillaban en la oscuridad como si de un basilisco se tratara.
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Serpientes Valientes.
Fanfiction"Una serpiente demasiado valiente por el mármol trepo, a una ventana llego y al oído del león, una nana le canto". Gran parte de la historia sera narrada desde el punto de vista de la princesa de las serpientes, Pansy Parkinson, quien recapitulara s...