CAPITULO 2-Confianza y Contacto.

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El momento de volver con nuestras familias llego. Aquel día desde muy temprano habíamos estado con los profesores Dumbledore y Mcgonagall; entre la profesora y yo explicamos el funcionamiento de los pergaminos junto con algunas consideraciones (como no acercarlo al fuego ni exponerlo al agua. Algo razonable y que talvez no valía la pena aclara, pero aun así lo explicamos). Ambos adultos nos pidieron que tuviéramos cuidado y que no nos expusiéramos de forma innecesaria, a lo cual yo los tranquilice hablando superficialmente sobre la forma en la que actuaba la familia Greengrass como, por ejemplo, que Daphne era una consentida y que su padre, a pesar de ser un purista, nunca le pondría un dedo encima a ninguna de sus hijas. Yo por mi parte, solo me limite a dar evasivas y decir que me las podría arreglar.

Durante todo el trayecto hasta el tren las dos caminamos orgullosas como las serpientes que éramos, durante el camino me encontré con la chica que solo conocía su nombre, caminando junto a su hermana y otra chica de cabello negro que tenía el mismo color de ojos que las otras dos, por lo cual deduje que las tres eran familia. No nos encontramos ni con Malfoy ni con alguno de los dos cerdos, cosa que agradecimos pues con todo el estrés que corría en nuestro cuerpo, lo más probable es que comenzáramos una batalla campal. Al estar dentro del tren, reclamamos como nuestro uno de los compartimientos cerca del final del tren, me di cuenta de que mi amiga estaba muy nerviosa, sus piernas temblaban cual gelatina.

¿Es por Lovegood verdad? – Mi amiga me volteo a mirar y en sus ojos encontré la respuesta – La familia Lovegood es de sangre pura y, más allá de lo acontecido en el departamento de misterios, que compartas cartas con ella no levantar sospechas – La sonrisa cargada de tristeza de mi amiga me hizo actuar, me levante de mi lugar posicionándome al lado suyo y la abrace con todas mis fuerzas – Todo estará bien Daphne, todo estará bien.

¿Ahora te volviste un demiguise y ves el futuro? – Pregunto entre ligeros lamentos.

Daphne Greengrass haciendo una referencia a criaturas mágicas ¿Quién eres y que le hiciste a mi amiga? – Ambas reímos de mi comentario mientras aun continuábamos abrazadas – Parece que pasar tanto tiempo con Lovegood te está afectando.

No metas a Luna en esto – Advirtió mi amiga – Además, tú también te la pasas hablando de criaturas, es imposible que no termine aprendiendo algo.

Mi objetivo fue conseguido, relaje un poco a mi amiga a base de burlarme de su cercanía con el águila albina que le hacía alucinar. A mitad de trayecto, la hermana menor de mi amiga aprecio, Astoria Greengrass nos pidió permiso para sentarse con nosotras, argumentando que sus acompañantes originales le terminaron fastidiando. Las dos aceptamos sin pensarlo mucho, pues era la hermana de mi amiga; en presencia de la menor no hicimos comentario alguno que tuviera relación con los mortifagos, pues sabía que eso solo preocuparía a la rubia mayor. Al final, el trayecto en tren fue agradable, todo se sintió orgánico, las pláticas eran variadas y relajadas, las bromas no faltaron e incluso mandé a la mierda mi dieta y comí algunas golosinas que la menor de las Greengrass compro.

La calma que se respiró en aquel viaje fue un muy claro contraste con el caos que el verano me aguardaba.

Nuestro desabordaje fue realizado con toda la tranquilidad y elegancia del mundo, como si en lugar de estar en un concurrido lugar estuviéramos caminando por la pasarela más importante del mundo del modelaje, con la espalda perfectamente recta, la cabeza en alto dejando a la vista la extensión de nuestro cuello y la vista siempre al frente. Con clase nos despedimos, suerte entre las dos nos deseamos y con un elegante abrazo tomamos caminos separados; sabiendo de antemano que mi padre ni por orden del ministerio me estaría esperando y sabiendo que por obvios motivos mi madre no estaría, comencé a caminar a la salida de la estación, donde entraría uno de los tantos locales mágicos, pagaría unas cuantas monedas y usaría la chimenea del lugar para llegar a la mansión Parkinson. Obvie el acercarme a la familia Malfoy pues podría ser algo incomoda la situación, siendo que yo y el hurón seguíamos distanciados. A medio camino de la salida, una mano se posó sobre mi hombro derecho, deteniendo mi andar, instintivamente quise sacar mi varita, aunque el no poder usar magia fuera del colegio (siendo la propiedad de mi familia una de las pocas excepciones) por ser menor de edad me freno de golpe.

Serpientes Valientes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora