Epilogo - Colores verdaderos.

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Otra noche, otra maldita y nefasta noche donde los recuerdos se volvían tan vividos que su piel se volvía a romper, su cuerpo temblar por los golpes y maldiciones, su alma siendo destrozada poco a poco. A una hora de la madrugada donde el sol aun estaba lejos de aparecer por el horizonte, se despertó de su maldito recuerdo, se intento levantar de su cama, en cuanto sus piernas trataron de realizar fuerza para caminar, las mismas le fallaron, se fue de frente al suelo, apenas consiguió meter sus manos para amortiguar el golpe y evitar que se golpeara en la nariz; arrastrándose, centímetro a centímetro, consiguió llegar hasta el baño del cuarto, en esa ocasión no sentía ganas de vomitar, tampoco tendría nada que regurgitar, necesitaba un baño, sentía detrás de su piel un fuego maldito encenderse con tanta potencia que incluso sus huesos dolían, las heridas se habían abierto de nuevo, algo que por la naturaleza de las herramientas con las que le habían desgarrado el alma pasaría por el resto de su vida.

Gracias a su estatura consiguió abrir la puerta aun sin poderse levantar del suelo, se siguió retorciendo en el suelo como si de un gusano se tratara, sus oídos pitaban con mayor fuerza, las risas en sus oídos parecía como si estuvieran rasguñando una pizarra con clavos directamente en sus tímpanos, todo a su alrededor iba moviendo parecía que un terremoto estaba atacando el castillo. Su objetivo parecía muy lejano, un espejismo en el desierto, pero no se rendía, sus muñecas se quedarían moradas por los fuertes golpes que al final del trayecto comenzó a realizar para moverse.

Sin saber como por el cortocircuito que en su mente se había generado al verse rebasada por los tantos estímulos, todos igual de potentes, que en tan poco tiempo recibía sin piedad alguna uno tras otros, al mismo tiempo entre ellos atormentándole en un ritmo de horror y desesperación, consiguió abrir la llave del agua de la ducha; busco el chorro con desespero, en cuanto sintió esa lluvia artificial, tan fría como se podía esperar al estar entrando en el invierno, impactar con casi todo su cuerpo, dejo de hacer fuerza , a la practica y para cualquiera que le viera, se había desmallado en el suelo de la ducha apoyada sobre la derecha de su cuerpo.

De misma forma que la ultima vez, aprovechándose de que la puerta del todo no estaba abierta el minino de cara aplastada y esponjoso pelaje anaranjado se adentro en la habitación, al instante se dio cuenta de que la situación era muy diferente cuando observo esas manchas rojas que a su paso en el azulejo habían quedado. Dio media vuelta, la situación era una que no estaba en sus patas manejar, necesitaba ayuda de su dueña; prácticamente corriendo llego hasta la cama de la leona misma a la que salto aprovechándose del impulso que en carrera había obtenido, no alcanzo a golpear a su dueña en el aterrizaje, con saltos consiguió llegar hasta el rostro de la morena donde comenzó a empujar con su pequeña y peluda frente, tratando de despertarla.

Sus primeros intentos solo consiguieron que la nacida de muggles se quejara en sueños dejando escapar gemidos de fastidio y uno que otro manoteo ligero, exasperado por tan poca cooperación y sabiendo de todo lo malo que en la pequeña habitación de baño estaba ocurriendo, el felino tuvo que recurrir a la más desesperada medida, observo fijamente al rostro de la chica dormida y sin darle más vueltas al asunto lanzo una mordida directamente al tabique nasal de su dueña.

Abrió los ojos de golpe, su corazón bombeo con fuerza en respuesta a lo que pensaba era el peligro más grande de todo el mundo, el felino salto al suelo justo a tiempo para evitar ser golpeado pues la leona se quedo sentada en la mesa casi en un mero acto reflejo. Desorientada observo a todos lados buscando el origen del ataque, escucho un fuerte maullido que capturo toda su atención. Su entrecejo se apretó al ver a su gato que le observaba sin aparente arrepentimiento, cuando lista estaba para buscar una explicación a su mascota, la misma se dio media vuelta y maullando cada vez con mayor fuerza se encamino a la puerta del baño; Hermione se levanto sin dudarlo, necesitaba regañar a su gato, aunque bien sabía que no haría nada más que decirle unas cuantas palabras, no tenía corazón para hacer nada más a su minino.

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