130. El diario de Zac

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Marzo estaba siendo un mes estupendo en todo sentido (excepto en mis intentos por tener sexo con Will, que siempre acababan mal) pero en lo demás era grandioso. Mamá inauguró su cafetería. Fue una buena idea ese negocio porque la zona era famosa por sus sitios para encontrar comida muy variada. Además con la administración del profesor Charles, pronto sería un lugar aún más exitoso.
Tal y como lo prometí, comencé a trabajar ahí. Ser mesero era más complicado de lo que pensé. Mamá decía que lo hacía increíblemente bien. Ben por otro lado, rompió una taza en su primer día. Pensó que eso sería un augurio de mala suerte pero no, en ganancias ese día le fue muy bien al establecimiento. Luego trató de romper más tazas por si podía repetir el suceso y mamá tuvo que detenerlo.

Una semana después de eso logramos todos coordinarnos para poder ofrecer un mejor servicio. A mí me interesaba mucho porque por alguna razón casi todos en mi universidad querían ir ahí. Una vez una chica de una de mis clases apareció y al día siguiente muchas más personas de mi escuela llegaron. Al parecer ella le dijo a sus amigas sobre el lugar.

— Debe ser por el té— dijo Ben un día—. Les encanta.
— Realmente es por ustedes, jovencitos— dijo mi mamá—. Y por los bonitos uniformes que escogí. Me siento como si los explotara laboralmente pero la idea original no era que vinieran porque ustedes se ven bien, era que lo hicieran por la comida. Al menos lo otro funciona.
— ¿Por qué sería atractivo este uniforme?— dijo Ben—. Es como si fuera la versión rara de un traje.
— Por eso— dijo mi mamá—. Nadie espera que en una cafetería te atienda un chico elegantemente vestido.
— Pues a Will le gusta— dije.
— Hablando de él— me dijo mamá—, ¿Tienes puesto tu anillo?
— No, me lo quité tal y como tú pediste— dije—. Aunque no quería. No sé por qué dejármelo puesto puede ser malo para el negocio.
— Sé lo que hago, calabacita— dijo mamá—. Quizá no sé administrar muy bien este sitio pero sí sé cómo explotar a mis empleados.
— Mamá, suenas como una malvada super villana— dije.
— Sólo me hace falta convencer a Alex de que use un disfraz de calabaza y listo, este sitio estará repleto de personas— dijo ella.
— ¿Por qué un disfraz de calabaza?— dije.
— ¿Y eso cómo serviría para el negocio?— dijo Ben.
— Necesitamos alguien que atraiga a los clientes— dijo mamá—. Y yo diseñé un bonito disfraz de calabaza muy esponjoso y adorable que alguien igualmente adorable debería ponerse para entregar volantes y convencer a los clientes de que vayan. Aún no me entregan el disfraz pero muy pronto estará listo.
— Alex no va a querer ponerse eso— dije mientras veía el dibujo que mamá hizo en una hoja.
— Además vive muy lejos como para querer trabajar aquí— dijo Ben.
— Se graduará en julio— dijo mamá—. Entonces vivirá en esta ciudad. Podrá trabajar aquí.
— No dejaré que eso pase— dije—. Will y yo hemos hablado mucho sobre su futuro y queremos que se concentre en practicar. No debe distraerse con otras cosas así que no podemos permitir que tenga un trabajo de medio tiempo.
— Pero tú tienes uno— me dijo Ben—. Y no es una distracción para tus actividades de la universidad.
— Quizá pero lo de Alex requiere de mucho tiempo— dije—. No puede gastarlo dando volantes en un disfraz de calabaza.
— Además todos van a pensar que es un disfraz de halloween— dijo Ben.
— Es una calabaza adorable— dijo mamá—. No tiene nada de halloween. Y tiene que ser Alex, sólo él podría usarlo sin verse ridículo.
— Entonces debiste pensar en algo menos ridículo— le dije.

En ese momento apareció Laura. Se acercó a nosotros atravezando las mesas que estaban al exterior hasta llegar a la puerta del lugar.

— ¡Laura, eres perfecta para mi disfraz de calabaza!— dijo mamá.
— ¿Qué?— dijo ella.
— No, no hará eso— dije molesto.
— Entonces deja que Alex lo haga— dijo ella—, aunque no sé por qué necesita tu permiso, no es tu hijo.
— Es casi como si lo fuera— dijo Laura—. Hay veces donde visita a Zac por comida y por abrazos.
— Me gusta cuidar de él— dije—. Así que ya dije que no y es mi última palabra.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora