155. El diario de Zac

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No entendía qué pasaba. ¿De verdad me veía tan mal? Porque simplemente se me había olvidado comer bien un par de veces, no parecía tan grave. Pero según Neil yo estaba más delgado.

— No te preocupes, te recuperarás— me dijo Neil—. Aunque en mi opinión deberíamos llevarte a que te hagan estudios de laboratorio.
— ¿Es necesario?— dije.
— Lo es. No hay que arriesgarnos— dijo—. Pero todo estará bien, estaremos contigo, ¿De acuerdo?

Asentí brevemente.

— Iré a cambiarme el uniforme— dije.

Fui a la habitación de Will. Cerré la puerta. Él estaba en la cama. Me observó.

— De... deberías ponerte algo— dijo—. Hace frío.
— Me cambiaré totalmente porque Neil quiere que me hagan pruebas de laboratorio— dije.
— Es una gran idea— dijo él—. Llamaré a la doctora Hermes.

Salió. Me cambié rápidamente. No me sentía feliz porque sabía que eso sólo los preocuparía. Y estaba tratando de verdad de no darle problemas a nadie. Creía estarlo haciendo bien. Me encontraba sintiéndome terrible cuando Will volvió.

— La doctora Hermes dice que podemos ir y nos atenderán enseguida— dijo—, ¿Estás bien?

Negué con la cabeza. Sentía que quería ponerme a llorar. Se acercó y me abrazó.

— Está bien, no te preocupes— dijo.
— Perdón— le dije.
— No te disculpes, no hiciste nada malo. Excepto olvidar comer. Pero está bien, yo olvido muchas cosas también aunque nada tan importante como eso.
— No parecía un problema.
— Seguramente estás muy bien y no tendrás nada mal— dijo él, se separó de mí y me observó.

Acarició mi cara con su mano. Parecía muy concentrado en mirarme.

— ¿Me veo mal?— dije.
— No, tú nunca podrías verte mal— dijo, entonces pasó sus dedos por encima de mis labios—. Estás igual que siempre... aunque tus labios están deshidratados...

Me quedé mirándolo. Estaba muy cerca de mí, tanto que era abrumador. Mi corazón comenzó a latir rápidamente. Se acercó más, cerrando el espacio entre nosotros. Me sentía tan nervioso que cerré los ojos. La proximidad entre nosotros era inquietante. Sentí su respiración en mi cara. Después sus labios sobre los míos. Y me besó. Abrazó mi cintura. No supe qué hacer y simplemente me quedé inmóvil. Ese beso se volvió intenso. Perdí el aliento pero no me separé de él... hasta que escuché la voz de Alex.

— Will, ¿Qué diablos estás haciendo?— dijo.

Nos sepamos. Me sentí hasta mareado. Eso fue intenso. Miramos a Alex en la puerta. Se veía molesto.

— ¡Debías venir por él, no quedarte a besarlo, pervertido!— le dijo, se acercó y me tomó de la mano.

Me dejé llevar porque realmente no sabía qué pasaba. Aún no me recuperaba de ese beso. Fuimos a la sala.

— Te llevaremos al hospital y todo estará bien— me dijo Neil.

Salimos del departamento. Will nos seguía. Entramos al ascensor.

— Sé que no quieres volver al hospital pero no será tan malo— me dijo Neil.
— La última vez no fue bonito— dije un poco triste.
— Esta vez será diferente— me dijo Will—. Nadie dirá nada.
— Además todos hemos tenido malas experiencias en los hospitales— dijo Alex—. Es normal.

Llegamos abajo. Salimos. Fuimos al auto de Neil. Subimos. No sabía qué decir. Me sentía muy avergonzado. Estaba haciendo justo lo que traté de impedir: causar problemas.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora