108. El diario de James (el regreso)

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Tenía mucho en que pensar.
En ese momento Bran y Jack aparecieron. Los miré y les sonreí.

— James, ¿Por qué estás desnudo?— me preguntó Jack.
— Porque no encontré mi ropa— dije tranquilamente—. Además no estoy desnudo. Tengo una bata de baño.
— Una muy reveladora bata de baño— dijo Bran mientras miraba mis piernas fijamente.
— ¿Podrías mirar para otra parte?— le dijo Jack.
— No puedo. James es hipnótico— dijo él.
— ¿Lo soy?— dije tratando de parecer ingenuo.
— Deberías entrar— me dijo Jack.
— Sí porque de otra forma vas a seducir a todos los que pasen— me dijo Bran.
— Eso es imposible— dije.
— Ojalá lo fuera— dijo Jack bastante cansado—. Vamos adentro.

Lo hice. No quería. Me gustaba ser deseado. Pero no podía decirle que no a Jack.
Ya adentro, me dijo que debía de evitar salir lo más posible. Se fue porque tenía muchas cosas por hacer. Entonces Bran se acercó rápidamente.

— Te tengo noticias— me dijo—. Son bastante buenas. O no. Es difícil saberlo.

Lo miré con interés.

— ¿Hay alguna manera de evadir a tu guardia real?— dijo.
— En mi habitación nunca entran— dije.
— Bien, vamos.

Subimos las escaleras. Nos siguieron pero se quedaron en la puerta. Entramos y cerramos la puerta.

— Stefan tiene a su cargo revisar a todo el personal de este lugar— dijo él—. Cada registro de quién sale y de quién entra. Se lo pedí para ver si habían registrado al médico que vino por aquel hombre y en efecto los guardias sólo mencionaron su presencia cuando estuvo aquí por ti. Como ya tenía esos registros, decidí revisarlos y descubrí algo que me pareció sospechoso. El día que llegamos no fuimos los únicos en llegar.
— Por supuesto que no— dije—. Por aquí debe venir mucha gente.
— Sí pero todos viven cerca. Pero ese día además de llegar los que de por sí vienen siempre, apareció el nombre de alguien más.
— ¿Quién?— pregunté intrigado.
— Se llama Darren— dijo él—. Es uno de los hombres de confianza de Clint. Es el único además de nosotros que llegó de nuestra ciudad.
— ¿Sabes por qué está aquí?
— No, ahí está la clave. Todos los que son llamados para venir de otras partes es porque tienen tareas asignadas que cumplen de inmediato. Según un guardia, Darren sólo llegó, estuvo un rato con Clint en su biblioteca y después se fue. Llegó mucho después de nosotros.
— Vino a delatarme— dije pensativo—. Nos siguió desde allá por si nos desviábamos.
— Pero lo hizo desde lejos para ser discreto. Creo que por eso no sabíamos quién era. Se mantenía alejado. Me imagino que contando con la certeza de que podría rastrearnos por el auto, no le interesó estar cerca.
— ¿De dónde salió él?
— Según Jack, Darren debería estar en un almacén en otra ciudad. Obviamente no sabe que Clint lo envió para vigilarnos. No le dije, pensé que tú debías saberlo primero.
— No hay que decirle. Ya está muy preocupado por todo esto.
— ¿Entonces qué haremos con Darren? Jack es el único que podría decirle a Clint que le ordene dejar de seguirnos— preguntó.
— Podemos encargarnos nosotros, ¿No?
— ¿Podemos?
— ¿Has hablando con él?
— Nunca— dijo Bran—. Aunque pude porque cuando estaba en la ciudad frecuentaba el club. Tenía conocidos me imagino. Solamente iba ahí porque como no es de la ciudad no debe conocer a nadie excepto a los que trabajan para Clint. Como no parecía amigable nunca le hablé.
— Quizá es una buena persona— dije—. Me gustaría conocerlo.
— Podría no serlo.
— Quiero descubrirlo. Pero para eso debemos regresar. Es obvio que si vuelvo Clint va a ordenarle seguir vigilándome.
— ¿Y cuándo volveremos? No creo que Clint quiera dejarte ir.
— De eso me encargaré yo. Pero tú no le digas a nadie lo que pasa.
— Está bien— dijo.

Después se fue. Me quedé en mi habitación armando un plan hasta que pensé en algo. Debía funcionar.
En aquel clóset tan grande lleno de cosas de mujer, me puse a buscar un camisón. Encontré uno rosa muy bonito. Era perfecto. Me lo puse. Esperé que llegara la tarde. Clint siempre cenaba conmigo así que en algún momento aparecería para decirme que debía bajar. Lo hizo. Entró a mi habitación y me vio con sorpresa. Se acercó mientras me recorría con su mirada.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora