Rupturas de Pasillo

137. El diario de Alex Harper

— Me invitaron a la fiesta de una fundación— dijo Neil un día mientras estábamos en mi casa sobre el suelo de mi habitación especial de ballet.
— ¿Por qué una fundación hizo eso?— dije.
— Porque empecé a apoyarlos— dijo.
— ¿De verdad? ¿Desde cuándo?
— Will me contó que los apoyaba así que me pareció una buena idea hacerlo también.
— ¿Will apoya a una fundación?
— ¿No lo sabías?
— Para nada— dije—. Es raro, ¿No? Hace que parezca que no me interesa lo que pasa en su vida y eso que es mi hermano.
— Quizá simplemente olvidó decírtelo. Como yo. Hace meses desde que lo hago.
— Debes decirme ese tipo de cosas— dije—. Porque yo te cuento todo.
— ¿Absolutamente todo?
— Sí— dije—. No hay nada que no te haya confiado.
— Aún no me has dejado ver tus pies.
— Los has tocado, confórmate con eso.
— Pero estaba oscuro. Y se sentían como pies normales. No tienes nada de qué preocuparte.
— No haré eso. Soy muy inseguro. Podemos vivir así.
— No podemos, es raro que te metas a la bañera con calcetines.
— Neil, no te enseñaré mis pies y es mi última palabra. Además, ¿Por qué hablamos de eso? Tú me estabas contando sobre esa fundación.
— No me cambies el tema.
— Tú cambiaste el tema primero.

Nos miramos.

— No estamos peleando, ¿Cierto?— dije.
— No creo, no se siente como una pelea— dijo.
— Qué bueno. No quiero que nuestra primera pelea sea sobre mis pies.
— Pero sí deberías solucionar eso algún día.
— Lo pensaré. Pero mejor cuéntame sobre esa fundación.
— Pues harán una fiesta para recaudar fondos para ayudar a niños huérfanos— dijo.
— Suena bien. ¿Será de esas fiestas elegantes donde todos usan trajes costosos?
— Eso decía en la invitación.
— Entonces deseo que te diviertas mucho— dije.
— Alex, quiero que vayas conmigo.
— ¿Yo?
— ¿No quieres ir conmigo?
— ¿No sería mejor si va contigo Zac?— dije—. Es tu hijo.
— Pero él irá con Will.
— ¿También invitaron a Will?
— Él lleva años apoyando esa fundación, obviamente lo invitaron.
— Está bien— dije—. Ya no suena tan aburrido. Pero tendré que comprar un traje.
— Yo quiero comprarte uno. Deja que lo haga.
— ¿Por qué? ¿No confías en mi buen gusto?
— Me refería a pagarlo. Porque para escogerlo sí deberías encargarte tú.
— No tengo tanta experiencia en trajes. Por eso esperaba que tú dijeras que no confiabas en mi buen gusto.
— Ya sé quién podría ayudarte con eso— dijo.

Así fue como un sábado (un día antes de esa fiesta) terminé en la zona comercial con la persona que más experiencia y buen gusto en trajes tenía.

— No te preocupes, seguramente encontraremos algo para ti— dijo Zac tan brillante como siempre—. Y si necesita ajustes en este lugar pueden hacerlos.

Llegamos a un pequeño lugar en una callecita poco transitada. Tenían trajes en un aparador. Entramos. Zac se dirigió al mostrador para hablar con el hombre que estaba ahí. Yo aún estaba procesando todo cuando ese hombre se acercó a mí y me observó.

— ¿Y bien?— dijo Zac.
— Tengo algo— dijo él pensativo—. Llevará pocos ajustes así que los tendré en una hora. Vamos, hay que ponérselo.

Así que me pasaron a otra habitación para ponerme un traje oscuro. Después ese hombre le puso muchos alfileres mientras Zac me observaba. Había un espejo enorme detrás de mí pero no pude girarme. Cuando terminó de hacer eso, el hombre dijo que podía quitármelo. Lo hice en un probador. Salí y se lo entregué. Como tardaría en tenerlo listo, Zac decidió que fuéramos por ahí a comer algo puesto que pasaba del medio día. Fuimos por un café.

— ¿No tenías que trabajar?— dije.
— Jason está cubriéndome— dijo.
— Entonces te lo agradezco mucho. No sé mucho sobre trajes o fiestas.
— Yo sí. Papá me llevó a muchas.
— ¿Sabías sobre que Will apoyaba a esa fundación?
— Me lo dijo hace bastante— dijo Zac—. Es muy lindo, ¿No?
— Mucho. Me imagino que si es tu pareja te confía todo.
— Will y yo tratamos de confiarnos todo.
— Tiene sentido. Pero hay cosas que él no sabe de ti, ¿Cierto? Debe existir algo que no quieres que sepa y no es porque no confíes en él, es sólo que... te da pena y no quieres que sepa eso de ti...