109. El diario de James

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Llegamos. Estaba anocheciendo. Entramos al lugar tan lleno de gente, humo y luces neón como siempre. Fui directamente a la habitación de Clint. Les dije que estaríamos ahí por un buen rato. Decidimos jugar cartas. Después de una hora, Clint llamó.

— ¿Sigues con tu gato?— preguntó.
— No, ¿Por qué?

No iba a decirme que el rastreador del auto decía que yo debía estar aún en la fábrica.

— ¿Ya te fuiste de ahí?— preguntó.
— Sí, desde hace mucho— dije—. Tuvimos un problema con el auto pero pudimos irnos después de un tiempo.
— ¿Qué problema?
— Algo en él no funcionaba bien— dije—. No sé de autos así que no podría explicarte qué es pero Bran llamó a alguien para que lo revisara. Usamos otro de tus autos para irnos, espero que no te moleste. Lo devolveremos mañana. Al parecer lo de mi auto no es nada serio así que para mañana estará listo.
— Bien— dijo.
— Ya es tarde. ¿Sigues ocupado? Deberías ir a cenar y luego a dormir.
— Tú también— dijo.
— Lo haré— dije feliz.

Entonces simplemente terminó la llamada. Bran y Stefan me miraron.

— ¿Qué fue eso?— preguntó Bran.
— Ya verás— dije—. Espera un poco más.

Seguimos con las cartas unos minutos más hasta que Gabe me llamó. Tomé el teléfono.

— Majestad— dijo—, apareció un hombre diciendo que Clint lo envió. Simplemente entró al lugar y se fue rápidamente después de preguntar por usted. Se negó a identificarse. Aún así le dije que se fue a casa y que se llevó un auto porque el suyo se averió.
— Perfecto— dije—. Gracias. Es todo. Te explicaré después.

Bran me observó.

— Aún no es momento— le dije—. Pronto.

Pasó más tiempo. Le gané a Bran todas las partidas que jugamos. Stefan se negó a unirse a nosotros. Sentí que ya era hora.

— Bran, necesito que hagas algo por mí— le dije mientras me acercaba a la puerta.

Él se acercó. Le susurré al oído. No quería que Stefan escuchara o no me dejaría continuar con mi plan.

— ¿Quién de todos estos es Darren?— le pregunté.
— ¿Qué?— dijo él muy sorprendido.
— No hagas un escándalo o Stefan impedirá que haga mi plan—le susurré—. Ahora dime quién de todos es Darren.
— Diablos, sí está aquí— dijo muy sorprendido en voz baja—. Es el sujeto de abrigo azul, ahí junto a esas personas.

Miré. Lo ubiqué aunque sólo miraba su espalda.

— Quédate aquí y no digas nada— le dije a Bran.

Miré a Stefan. Parecía aburrido.

— Iré por algo de beber— le dije.

Entonces salí de ahí rápidamente. De otra forma él impediría que yo me fuera. Me acerqué a donde estaba Darren. Cuando pasé a su lado, pretendí que tropecé con algo y pasé a golpear su espalda. Él se giró inmediatamente. Me miró.

— Perdón— le dije tratando de parecer muy serio—, ¿Te lastimé?

Me miraba tan sorprendido que parecía como si hubiera visto un fantasma. Simplemente no podía creerlo. Debía pensar que yo estaba en mi casa.

— ¿Qué... qué haces aquí?— dijo totalmente atónito.
— ¿Eh?— dije—, ¿Te conozco?

No dijo nada, descubrió probablemente que no debió decir eso.

Entonces Stefan apareció. Lo miré.

— ¿Qué haces?— me dijo.
— Cierto, se supone que no debo hablar con nadie— dije pareciendo arrepentido—. Lo siento. Pero por error pasé a golpear a esta persona y quería disculparme.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora