79. El diario de Alex Harper (y su lugar en el mundo)

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El trayecto en el auto con el señor Benette fue relajante. Se me olvidó todo lo que pasó. Sobre todo porque él no podía creer que yo fuera alérgico a las abejas pero que me gustaran tanto.

— Son fundamentales para el planeta— dije—. Polinizan las flores, su miel es deliciosa y son bonitas.
— Pero si una te pica, podrías morir.
— Podría pero me alejo cuando las veo— dije—. Además muy pocas veces son agresivas.
— ¿Y en qué aspecto son bonitas? Son insectos.
— Se nota que nunca ha visto una cerca.
— ¿Y tú sí? Pensé que no podías acercarte— dijo.
— No puedo pero cuando era niño solía ir a los parques a jugar y me las encontraba. Varias veces atrapé una para verla de cerca. Porque mis padres decían que tenía prohibido tocarlas pero yo quería saber por qué.
— ¡Pues eso es terriblemente peligroso!
— Sí, Will me descubrió haciendo eso varias veces y se enojó mucho. Entonces yo lloraba porque odiaba que él se enojara conmigo. Me ponía muy triste en realidad porque Will nunca se enojaba por nada. Una vez cuando fuimos al parque me ató una cinta para no poder perderme de vista.
— ¿Qué tan pequeño eras?
— No tanto pero no lo culpo, estaba muy preocupado por mí. Siempre me cuidó aún si no debía. Me siento muy agradecido porque seguramente fui una terrible molestia... y aún lo sigo siendo. Para él y para Zac. Aunque Zac dice que está bien porque le gusta cuidar de los demás. Lo que no le gusta es que cuiden de él. Sigue de obstinado tratando de ponerse el cabestrillo él solito. No quiere que lo ayuden y por eso siempre queda un poco raro— dije.
— ¿Aún usa esa cosa?
— Sí porque no deja que su brazo sane del todo porque siempre está haciendo cosas. No debería pero parece que no puede quedarse quieto. Ya le dije a Will que debería atarlo con una cinta. Conmigo funcionó, no veo por qué no sería útil con él también.

El señor Benette comenzó a reírse. Me alegraba que pareciera feliz.

— Siempre fue así desde niño— dijo—. Como nunca ha encontrado algo que no pueda hacer, no quiere que lo ayuden. Es muy independiente.
— Es demasiado perfecto. Entiendo por qué mi hermano está enamorado de él. Pero me imagino que usted no comprende por qué su perfecto hijo ama a Will.
— Aunque no lo creas, lo entiendo. Tu hermano no parece una mala persona. O eso espero. Tú me has contado sobre lo mucho que ha hecho por ti y es impresionante. Creo que muy pocos hermanos se comprometerían a ese grado. Además... odio admitirlo pero él... es un hombre atractivo.

De verdad detestó admitir eso porque puso una cara muy extraña. Tuve ganas de reírme pero no lo hice. Me imaginé que para él debió ser muy difícil admitir que su hijo podía sentirse atraído por un hombre como Will.

— Lo es aunque nunca se lo ha creído— dije—. Al menos no ve su cara como una cualidad. Cosa que sí hace mi papá. Aún ahora. Ellos se parecen mucho físicamente.
— Entonces tú debes parecerte más a tu madre.
— Eso creo— dije pensativo—. Tengo su cabello. Creo que también su silueta... cuando era niño la admiraba mucho. Se veía tan poderosa y perfecta dando órdenes por todas partes mientras caminaba haciendo ruido con sus zapatos altos... pensándolo bien creo que aún la admiro un poco. Aún si los padres están muy equivocados, los hijos no podemos odiarlos del todo. Porque de pequeños para nosotros no existe algo más importante que ellos. Nuestros padres son sinónimo de seguridad y protección. Es imposible que olvidemos todo eso. Al menos yo no puedo. Creo que Zac tampoco. Él lo quiere mucho.
— Pero prefirió a tu hermano.
— Le dio a elegir, él no quería. Además sinceramente no sé por qué usted hizo algo así, obviamente iba a elegir la carita preciosa de mi hermano, está muy enamorado de él. No sé si usted alguna vez lo haya hecho pero como que hay cierto encanto en llevarle la contraria a los padres... no está bien pero es como el principal acto de rebeldía que tenemos. Por supuesto que hay personas que llevamos eso al extremo como Zac y yo que nos salimos de nuestras casas.
— ¿Tú dejaste tu casa?
— Sí, siendo muy niño— dije—. Abandoné a mis padres para irme con Will.
— Igual que Zac.
— Will es la mejor opción cuando se quiere huir— dije.
— Pero sigue sin gustarme.
— Si lo conociera se sentiría feliz de que él y Zac vayan a casarse.
— No me recuerdes que eso podría pasar— dijo molesto.
— Va a pasar— dije—. Y usted podría estar ahí apoyándolos.
— Eso no pasará, Zac es mi bebé y es muy joven para pensar en esas cosas. No sabe lo que está haciendo. Debe estar hipnotizado por la cara de tu hermano.
— Es una cara muy atractiva, no lo culpo para nada— dije—, ¿Qué hay de mí? ¿Piensa que soy muy joven como para pensar en casarme?
— Definitivamente... ¿Por qué? ¿Lo estás pensando?
— Estoy saliendo con alguien y creo que es una posibilidad...
— No lo es, eres demasiado joven como para pensar en algo tan importante.
— Tengo 21 años— dije—. Usted se casó a los 19.
— Y me divorcié tiempo después.
— Pero eso no significa que yo vaya a divorciarme también. O Zac. No somos tan torpes. Aunque no lo parezca, sabemos lo que hacemos.
— No lo saben, son niños. También tu hermano. Es muy joven como para querer tener una responsabilidad tan grande.
— Will ha tenido responsabilidades así toda su vida y no han sido ningún problema. Excepto conmigo y mis gusto por la abejas. También con Zac y su mala suerte. Pero de ahí en fuera todo le ha salido bien.
— ¿Qué mala suerte?
— Ya sabe, lo del libro que golpeó su cabeza, eso definitivamente es mala suerte— dije.
— No la tenía cuando vivía conmigo.
— Tal vez sí pero no era tan grave— dije—. Aunque si lo hace sentir mejor, mi hermano es médico y se ha encargado de cuidarlo bien. Su herida casi sana por completo. Ya verá la próxima vez que se encuentren...

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora