166. El diario de Alex Harper (y la culpa)

54 12 24
                                    

Zac se fue después de vomitar hasta su alma. Lo entendía, todo eso era demasiado. Yo aún no podía creerlo. No lo entendía. ¿Qué clase de vida tuvo James en todo ese tiempo?
Después de que nos dieron los resultados de los exámenes de James y me hicieron casi ponerme a llorar, me quedé perdido en mi mente por unos minutos, recordando todas esas veces donde hablé con él. Pensando en que debía estar sufriendo pero no me di cuenta. Absolutamente cada vez que se acercó a mí, algo terrible le pasaba pero yo no pude verlo aún si sabía que él no se veía bien. Jamás hubiera podido imaginarlo.

Estaba en eso hasta que el jefe de policía entró a la habitación de Jimi porque al parecer ya había despertado. Intentamos hacerlo también pero no nos dejaron. La madre de Jimi suplicó pero tampoco se lo permitieron. El hombre de cabello largo que era una especie de agente de la policía, dijo que debía interrogar a Jimi antes de dejarnos pasar.

— ¿Podría pasar yo?— le dijo Neil—. Soy psiquiatra. Tal vez podría ayudar a Jimi si no sabe por dónde empezar o qué decir. Seguramente necesita apoyo emocional en algo tan complicado y estoy capacitado para eso... ¿Quiere ver mis títulos...
— No será necesario, le creo— le dijo él. Lo pensó un momento— Bien. Pero no obstruya nuestra investigación.

Después Neil entró con él a la habitación. La doctora salió luego de un rato. Parecía enfadada. Nos acercamos a ella.

— Tienen una orden— dijo ella—. Así que pueden echarme si quieren. Es increíble, trabajo en este lugar desde hace muchos años, merezco que se me respete.
— ¿Jimi está bien?— le preguntó la mamá de Jimi.
— Su hombro sigue dislocado— dijo ella—. Tenemos que acomodárselo. Pero a ellos les importa más lo que él tiene por decir que su propia salud. Ojalá no hubiera tenido que dejarlo.
— Neil está con él— dijo Jason—. Sabrá qué hacer.

Deseaba que tuviera razón. Me dediqué a esperar junto a los demás. No nos quedaba de otra. En el transcurso del tiempo salieron varios policías mientras otros entraban y se daban órdenes. Escuché un poco y era muy confuso todo.
Después de un rato, todos salieron. La doctora Hermes se acercó rápidamente.

— Ya puede curarlo— le dijo el hombre de cabello largo.

Ella entró al lugar inmediatamente seguida de varias enfermeras que ya tenían todo listo. Will trató de entrar pero Neil lo detuvo.

— No quiere ver a nadie— dijo.
— ¿Qué?— dijo Will.
— Le prometimos que no dejaríamos pasar a nadie— dijo el agente—. Así que ninguno de ustedes lo hará hasta que él lo pida.

Después se alejó para reunirse con otros policías. Cerraron la puerta.

— ¿Cómo está mi hijo?— le preguntó a Neil la mamá de Jimi.

Él la observó. Iba a decirle algo cuando dos policías se acercaron a la puerta y se pusieron ahí.

— Pero no se les ocurra entrar— les gritó el jefe de policía—. Créanme, no quieren hacer enojar a ese jovencito.

Miramos a Neil.

— Es que... Jimi trató de romperle el brazo a un policía— dijo Neil.
— ¿Qué?— dijo Will.
— Eso sí lo creo— dijo el padre de Jimi—. Mi hijo es muy fuerte.
— Pero tiene el hombro dislocado— dijo Laura.
— Y por eso los policías no se acercan— dijo Neil—. Porque si es capaz de hacer eso con un brazo seguramente sabe hacer más cosas.
— ¿Y qué más pasó ahí adentro?— le preguntó Jason.

Entonces él nos observó y pareció muy angustiado. Me miró a mí. Se acercó un poco.

— Antes que nada, él me pidió que te dijera algo— me dijo—. Así que lo diré tal y cómo me lo contó.
— ¿A mí?— dije sorprendido.
— Así es— dijo Neil—. Escucha con atención.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora