105. El diario de James (y los virus)

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Despertar al lado de Clint era toda una experiencia. Era el único momento en el que sentía que se volvía humano. No sólo eso, sino que mientras más pensaba en él más me confundía. Era una persona muy compleja. Pero también simple. Porque estaba casi seguro de que podía manejarlo a mi antojo. Sólo tenía que hacer que su fascinación por mí fuera el doble que la que ya sentía. Además pensar en eso hacía que fuera más fácil no hacerlo en Stefan. Quería mantenerme lo más alejado de él. No era difícil, Clint no quería que saliera al menos que mi corte real fuera detrás de mí. Aunque ellos no eran tan molestos. Les pedí que guardaran en secreto el incidente de Grayson. La única persona que lo supo fue Jack porque tuvo que asignarle un lugar a los hombres que le quité. No le conté que yo dejé inconscientes a esos sujetos, dije que fueron mis guardias. Él concluyó que lo mejor era ocultárselo a Clint porque podría tratar de hacer algo contra Grayson. Le prometí que él no hablaría así que mientras eso pasara, no debería haber ningún problema. Lo que menos quería Jack era causarle molestias a Clint.
Después del incidente de ese día, pasé el siguiente dentro de la casa simplemente descansando. Me sentía muy agotado así que dormí la gran parte del día. Le envié fotografías sobre cualquier cosa tonta a papá.
Por la tarde Clint llegó. Su humor había mejorado un poco. Así que en la noche cuando se acostó a mi lado, me acerqué y le pregunté si se encontraba bien.
Él me hizo esa misma pregunta. Realmente lo que quería saber era si había algún problema si trataba de tocarme.

— Me siento muy bien— dije.

Se acercó y me besó mientras sus dedos se deslizaban por debajo de mi ropas. Me dejé y traté de tranquilizarme para que no me diera miedo. Fue fácil, él ya no me parecía tan escalofriante o tan diferente a mí. Éramos muy iguales. Demasiado. Porque yo ya había aceptado que algo muy malo estaba en mí. Me asustaba un poco la posibilidad pero imaginé que tal vez podría ser como Clint, que lo manejaba bien algunas veces. En otras simplemente se dejaba dominar. No sentía remordimientos por los dedos de Grayson. Se lo merecía. Aunque sabía que estuvo mal. Pero era realmente algo que quería hacer. Ser así de cruel parecía ser mi verdadera esencia. La misma que Clint.
Así que imaginé que no tenía nada de malo si disfrutaba de sus caricias. Era muy bueno en eso. Me tocaba como si yo fuera sagrado para él. Como si pudiera romperme. Lo malo era que no sólo se portaba así mientras me besaba. Mi fragilidad era tanta en su mente que sus medidas para protegerme rayaban en lo exagerado. Simplemente quería evitar que yo me lastimara a mí mismo y decía que confiaba en mí pero también me prohibió salir de la casa al menos que fuera por ahí cerca y que mis guardias particulares me siguieran muy de cerca, sin perderme de vista. No podía sostener ningún artículo punzocortante. No debía acercarme a ninguna ventana y por supuesto no debía estar cerca de nadie que no fueran las personas autorizadas para mí.
Bran me había contado algunas cosas que contaban los hombres por ahí. Ellos no sabían quién era yo, me conocían por haberme “caído” de mi habitación. Porque nadie debía decir que traté de matarme aún si presenciaron lo que intenté hacer. Otros que no pudieron ver nada simplemente me conocían como la persona hermosa que no podía salir de la casa y que los miraba con tristeza mientras pasaban por afuera. No era una mentira. Sí me sentía mal estando encerrado.

— Como si fueras una princesa esperando que alguien te rescate de tu torre— agregó Bran.
— No es algo que alguien pueda hacer— dije.
— Lo sé— dijo Bran—. Además nosotros somos lo más alejados a príncipes que puede existir.
— Me han salvado muchas veces— dije—. Para mí lo son.
— Pero es porque tú eres una persona muy buena. Piensas lo mejor de todos.

Esa persona ya no existía. Pero él no debía saberlo.

Lamentablemente Bran tenía muy poco tiempo libre (cosa que era mejor a comparación con Jack o Stefan que no lo tenían para nada). Así que yo pasaba la mayor parte del tiempo adentro de mi hermosa mansión. Porque era mía.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora