55. El diario de Zac

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Los días pasaron. Llegó febrero. Y el clima se había vuelto terrible por un frente frío que atravesaba el país. Para ir a la escuela tenía que llevar un abrigo grande. Además llovía en las tardes. Lo bueno era que ya no debía usar el cabestrillo. Sin embargo las férulas de mis dedos seguían ahí. Y como la calefacción se estropeó, me congelaba en las noches. Todo era muy solitario desde que Will no dormía conmigo. Porque aunque estaba en el departamento, era como si se encontrara lejos. No me miraba siquiera. Pero yo me negaba a regresar a mi habitación. Simplemente me negaba a alejarme de él. Aún si todo parecía perdido, yo... no quería.

Una tarde Madie entró a la habitación por alguna razón. Cuando salió dijo que hacía demasiado frío ahí.

— Enciende la calefacción— le dijo Will.
— Ya lo intenté y no funciona— dijo ella.
— ¿De verdad?— dijo Will—, ¿Ya no sirve?

Entró. Lo seguí. La inspeccionó un poco.

— La cambiaré mañana— dijo él mientras salía de ahí y pasaba a mi lado.
— Entonces suerte en la noche— dijo Madie—. Hará mucho frío.
— Tal vez deberías ir a tu habitación— me dijo Will—. Hará menos frío ahí.

No dije nada. No tenía ganas realmente. Me sentía cansado. Pero mucho. Todos esos días de distanciamiento habían destrozado mis nervios. No sabía qué hacer o qué decir. Sinceramente sólo quería ir a dormir y no tener que pensar en nada.
Regresé a la habitación. Entré y cerré la puerta. Encendí la lámpara. Revisé mi teléfono por mucho tiempo, viendo qué había en mis redes sociales. Realmente no puse atención, sólo deslicé mi dedo sin parar. Después me metí entre las sábanas. Se sentían muy frías. Estuve ahí mucho tiempo, mirando algún punto, repasando nuestra historia y buscando cómo solucionar eso. Pensando en qué podía decir para hacerlo volver. Si es que no era demasiado tarde. Existía la posibilidad de que ya no hubiera algo a donde regresar. Pensar en eso casi me hace llorar. Se sentía mal. Me dolía el corazón. Con muchas ganas de llorar, me levanté y salí de ahí. La lámpara seguía encendida, la había dejado así durante todo el tiempo que dormí solo. Abrí la puerta y se iluminó el salón tenuemente. Estaba todo oscuro. Me acerqué al sofá sintiéndome muy mareado. Sentía un vacío en mi interior.

Will estaba dormido en el sofá. Lo observé. Estaba oscuro pero gracias a la luz de la lámpara era capaz de verlo. Mis ojos se nublaron. No quería ponerme a llorar pero ya lo estaba haciendo.
Él se giró para acomodarse y entonces me vio ahí. Se incorporó mientras me observaba.

— ¿Zac? ¿Qué haces aquí?— dijo angustiado.

Sólo lo observé. Sabía que debía decir algo pero no se me ocurría nada.
Él se levantó y se acercó. Iba a tocar mi hombro con ganas cuando detuvo su mano. La bajó lentamente y eso terminó de romper mi corazón. Quería tocarme pero no lo hizo. Sentí ganas de llorar.

— ¿Ya no me quieres para nada?— dije muy triste—, ¿Ya no me amas? Porque lo entiendo... pero no me gusta. Porque yo todavía te amo. Y no sé qué hacer para arreglar esto... todo está mal... y sé que probablemente quieres que me vaya pero me niego a dejar esto... a menos que tú me lo pidas. Pero debes hacer algo porque no quiero vivir así... duele demasiado...

En ese momento me abrazó. Pero de verdad. No fue como cuando estrechaba mi cuerpo suavemente, en ese momento lo hizo como si yo pudiera caerme al suelo y debiera sostenerme. Como si temiera que yo saliera huyendo. Reconocí su calor, su aroma, mi cuerpo se ajustó al de él como si fuera lo más natural... era porque yo pertenecía a su lado. Sentí más ganas de llorar y no pude soportarlo más. Dejé caer mis lágrimas. Lo rodeé lentamente con mis brazos.

— Lo siento— me dijo—. Prometí no tocarte pero... no puedo evitar hacerlo ahora. Estás muy frío... ¿Te estoy asustando? Dímelo. Te dejaré pero... antes déjame disfrutar esto... te he extrañado tanto...
— Entonces no te alejes de mí— dije, sentí cómo se ponía muy caliente mi cara—, porque no quiero estar lejos de ti. Esto ha sido insoportable.
— Lo sé— dijo—, no puedo estar en el mismo lugar que tú sin querer estar cerca... sin desear tocarte... sin querer ponerte a salvo...
— Entonces no lo hagas...

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora