Capítulo 37.

1.4K 134 28
                                    

Escribí la plana número 100. Mi mano temblaba de dolor, pero yo estaba concentrada en poner mi mejor cara. Esperé un poco, hasta que por fin sucedió.

—¡AAAAAAAHHHHHHH! —gritó Umbridge.

Su cara estaba llena de granos enormes que explotaban y dejaban pus maloliente por su ropa.

—¡Profesora Umbridge! —grité con "preocupación"— ¡¿Está bien?! ¡Venga, tenemos que ir a la enfermería!

La agarré de las manos y caminé junto a ella, que iba maldiciendo y chillando. Llegamos con la señora Pomfrey, que se espantó al ver a la mujer llena de granos.

—¿Qué le sucedió? —me preguntó.

—No lo sé —dije con voz temblorosa, viendo a Umbridge—. E-ella tomó de su té, y de pronto pegó un grito ensordecedor. Cuando levanté la vista de mis planas, ella ya estaba así.

—Puedes irte. Yo me encargaré de ella —me dijo la enfermera.

Yo asentí, todavía temblorosa, y salí de ahí, soltando un sollozo ahogado. Cuando por fin cerré la puerta, me eché a reír a carcajadas silenciosas.

—¿Funcionó? —preguntó George.

—¡Sí! Deberían haber visto su cara...

—Que bien, tal vez su cara de vaca rosa mejore un poco luego de esta broma —se rio Fred.

—Tomen —les di unos galeones—, se lo merecen.

—No podríamos... —murmuró Fred.

—¡Acéptenlo, o me ofenderé!

George agarró el dinero, sonriendo levemente.

—Eres el sol, Jade.

—Ustedes me libraron de mi castigo, muchas gracias.

Me alejé de los gemelos Weasley. Pasé por el salón de Umbridge, y me detuve al ver a Harry ahí adentro, viendo con confusión a su alrededor.

—¿Qué fue, Potter? —me acerqué a él, y le di unas palmaditas en la espalda.

—¿Y Umbridge? —me preguntó confundido.

—Tuvo... un contratiempo... no podrá venir —le sonreí.

—Oh —murmuró él, y luego sonrió—. Qué bueno. Podré ir a entrenar.

—Anda, no creo que Johnson quiera que te pierdas el entrenamiento.

Él me dio un corto beso en los labios y se fue casi corriendo. Fruncí el ceño al sentir ese beso muy diferente a los que él normalmente me da.

Me encogí de hombros y me fui al Sauce Llorón. Ahí sentado estaba Draco, haciendo tarea.

—Que título tan horrible para un ensayo de Snape —bromeé, sentándome frente a él—. Pensé que eras más creativo.

—Cállate, Brown.

—Cállame, Malfoy.

Él sonrió ampliamente, pero luego fue dejándolo de hacer lentamente, para preguntar con voz afectada:

—¿Qué es eso en tu mano?

Abrí los ojos como platos, y me oculté rápidamente la mano. Pero era en vano: él ya lo había visto. Me miró directo a los ojos, con el ceño levemente fruncido, esperando mi respuesta.

—Me corté por accidente.

Él no me creyó. Agarró mi mano y la puso a la altura de sus ojos, leyendo la frase que Umbridge me hizo escribir. Luego, asqueado, la soltó.

Monamour. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora