Capítulo 72.

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Jadounette Brown

Probablemente no fui muy inteligente, pero no me rendiría tan fácil. Quizás me había envenenado a mí misma —algo de lo que eventualmente estoy segura me reiré a carcajadas de sólo recordarlo— pero es que mi error principal fue confiar en Slughorn. No me di cuenta de que ese viejo era muy ambicioso, y un licor tan exclusivo como el que le había dado no lo querría soltar. Tenía que planear meticulosamente mi siguiente paso, y procurar que esta vez funcione. Pero no lo podía llevar a cabo sino hasta unos meses después, porque sería demasiado sospechoso.

En otras noticias, estaba yendo con Pansy, Blaise, Theo y Draco a la fiesta de Ravenclaw. Me habían dado de alta hace dos días, y me sentía muy bien como para ir de fiesta. Claro que al principio Draco se negó y quiso que me quedara haciendo mis tareas para que no me retrasara, pero, vamos, ¿quién le hace caso a Draco?

—Contraseña —ordenó el chico que estaba en la puerta.

—Parangugutirimicuaro —respondió Blaise, sin titubear. Estuvo practicando ese trabalenguas durante dos horas para decirlo correctamente.

El chico sacó su varita y la pared que estaba detrás de él se deshizo, dejando ver la entrada a un lugar que tenía luces azules brillantes.

Entramos. El ambiente se sentía relajado y alegre. Había un montón de personas por todos lados, al igual que varias mesas con comidas y bebidas, y música a todo volumen. Por donde pasabas o estaban bailando, tomando o comiéndose las caras. Un montón de adolescentes calenturientos en la oscuridad con música de fondo, lo normal.

—Jade, ¿quieres tomar algo? —me preguntó Draco, acercándose a mí. Miré alrededor y fue entonces que noté que los otros ya se habían ido.

—¿Crees que haya de ese jugo que tiene un montón de frutas picadas adentro? —le pregunté.

—Voy a ir a ver —dijo y se fue a la mesa.

Yo me quedé sola mirando todo con una pequeña sonrisa. Ese lugar no era la Sala Común de Ravenclaw, era obvio.

—¡Hola! —gritó una chica.

Volteé a ver y me encontré con los ojos oscuros de una muchacha más alta que yo, con rasgos asiáticos y cabello negro.

—Soy Cho —se presentó.

Entonces la recordé. Era la chica a la que Cedric le iba a pedir matrimonio, según me contó el año pasado.

—Hola, soy Jade —dije, sonriendo amistosamente.

—Lo sé —repuso—. Te vi cuando estabas en el torneo. Déjame decirte que estuviste espectacular.

Me sonrojé, y agradecí mucho que las luces fueran azules y no se pudiera notar el color de mi rostro.

—G-gracias.

—No hay de qué. Tengo que irme. ¡Cedric te manda saludos!

Y se fue con otras chicas. Busqué con la mirada a Draco entre la masa de personas. Lo vi, su cabello rubio brillaba ante la tenue luz azulada que alumbraba el salón. No me alegré. Es más, hubiera sido mejor no haberlo encontrado, porque cuando lo logré localizar observé cómo una chica se acercaba coquetamente a él, y le decía cosas al oído. Él se reía.

Quise golpear a esa chica con todas mis fuerzas. Sentí unos celos enormes de verla tan cerca de Draco. Pero después recordé que él y yo no éramos más que amigos, y eso lo único que hizo fue me mis celos se duplicaran.

Avancé por entre las personas, yéndome a la otra mesa. Me serví un vaso con Whisky Fuego y me lo tomé de un solo trago.

No hace falta el amor cuando el trago se sirve.

—¿Sabías que a Merlín también le gustaba el Whisky Fuego? —comentó una voz cantarina a mi lado. Volteé. Una chica de cabellos dorados largos estaba hablándome.

—Ah. —fue todo lo que dije, y tomé otro trago.

—He interrumpido un pensamiento profundo, ¿no? —volvió a hablar ella—. Puedo verlo cada vez más pequeño en tus ojos.

La miré con curiosidad esta vez.

—No, sólo... estaba intentando sacar de mi mente algo...

—Oh, entiendo. Creo que la mejor forma de sacarte algo de la mente es bailando, pero a mí no me gusta mucho. Prefiero andar por el bosque descalza.

—Eres graciosa —sonreí divertidamente—. Te invitaría a bailar, pero no te gusta.

—Puedo bailar contigo. No me dicen eso muy seguido, normalmente la gente piensa que soy rara.

Prometí que nunca la llamaría rara en mi vida.

—¿Quieres ir a un lugar? —me preguntó la chica.

—Claro.

Caminamos entre las personas, hasta llegar cerca de una ventana. Ella la abrió y me señaló que saltara. Al principio no estaba segura, pero luego me dije "¡al carajo!" y salté por la ventana. Caí en un gran trampolín, y miré estupefacta a la chica.

—¿Cómo te llamas? —le pregunté, mientras nos levantábamos.

—Luna Lovegood —sonrió ella. Tenía una voz melodiosa.

—Bueno, Luna, déjame decirte que no suelo confiar tan rápido en la gente, así que toma como algo totalmente extraño que haya saltado en ese trampolín así como así.

—Eres bonita —rio ella suavemente.

Llegamos al final del pasillo, y ella abrió una puerta. Había un montón de escaleras que iban de forma circular. Parecía que subíamos al tejado o algo así.

—Y no sé quién eres —agregó Luna.

—Soy Jade Brown —dije, subiendo lo más rápido que podía por las escaleras a su lado.

—Tienes un nombre realmente imaginativo. Me recuerda a las piedras preciosas.

—Tu nombre me recuerda al cielo nocturno. Claro, tienes el nombre de la luna.

Ambas nos reímos y salimos por una tapa que parecía una alcantarilla. Luna fue la primera en salir y yo la seguí. Sí, estábamos en el tejado de una de las torres de Hogwarts. Se veía desde primer plano las estrellas que alumbraban el cielo y el viento soplaba con gracia, alborotándonos el cabello.

A la luz natural pude ver su cabello dorado cayendo salvajemente por su espalda y sus ojos azules que contenían un brillo inusual. Llevaba unos aretes con forma de rábanos. Era la chica más extravagante que había visto jamás, y me encantaba.

—Suelo venir acá a ver el amanecer. Es muy relajante, ¿sabes? —dijo ella soltando una risita. Me fui a sentar a su lado—. ¿Cómo llevas lo de ser "la elegida"?

Eso me dejó fuera de lugar.

—¿Cómo que "la elegida"?

—¿No lo sabes? ¡Lo de la profecía! Debo decir que al principio me sorprendió, pero luego encontré muy adorable las bolas de cristal que estaban en la habitación y me distraje.

—¿Cuál... cuál profecía, Luna?

Ella parpadeó.

—Creo que deberías hablar con Harry. Es entretenido conversar con él, aunque también me gusta hablar contigo. ¿Te gustó la fiesta?

—Sí, fue agradable —mentí.

—A mí también me agradó. Se sintió casi como tener amigos.

Eso me entristeció el alma.

—Yo puedo ser tu amiga, ¿quieres?

Sus ojos resplandecieron y eso me alegró.

—¡Claro! ¡Nadie nunca quiere ser mi amigo! Pero tienes que tener cuidado con los Nargles.

No tenía ni idea de qué era eso, pero no lo dije.

Luna no me parecía rara, me parecía fantástica.

Monamour. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora