Capítulo 24.

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¿Se puede amar a alguien que te hizo daño?

Me hiciste doler hasta las entrañas, me pisoteaste y escupiste, para luego tirarme como si fuera basura en un hoyo oscuro donde parece no haber salida; donde, hasta ahora, intento escapar...

¿Cómo puede ser alguien ser tan cruel con su propia sangre?

Yo no te he hecho nada... no creo merecer esto... ¿o sí? ¿Lo merezco, padre? Siempre intentando ser lo mejor para ti, mientras tú mantienes tu dedo en la llaga hasta verla sangrar.

¿Puedo odiarte? ¡Te odio! ¡De veras que lo hago! Y, y, y... ¡Y está mal! ¡Porque toda la vida me han enseñado a amarte!

Pero... ¿cómo se ama realmente a alguien? ¿Qué es amar a alguien?

Porque, si de algo estoy segura, es que lo tuyo no es amor.

—¡Que hermosa te ves, cariño! —le dije al espejo, mirando con una sonrisa a mi reflejo.

—Oh, ¡gracias, papá! ¡Te amo! —dije.

—¡Yo también te amo! —me abracé a mí misma. De pronto escuché un golpe en la puerta. Me senté rápidamente en la cama— ¡Pase!

Mi madre entró, con un vestido color azul noche en sus manos y dijo:

—¡Mira lo que te compré!

Miré extasiada aquel hermoso vestido. Abracé a mi mamá y le agradecí de todo corazón el detalle. Me quité la ropa ahí mismo y me probé el vestido. Ella me miraba con los ojos brillantes.

—¡Que hermosa te ves, cariño! —exclamó, besándome la mejilla.

Sonreí, y en lo más profundo de mi ser deseé con todas mis fuerzas que mi padre me dijera lo mismo.

Bajamos las escaleras hasta la sala, donde se encontraba él leyendo un libro. Tomé un poco de aire con mucho nerviosismo, y después sonreí grandemente imaginándome qué me diría.

—Manuel —tosió mi madre, él quitó la mirada del libro—, mira, le compré un vestido nuevo a Jade.

Lo miré con emoción, modelando mi vestido, pero él me miró de reojo y asintió con la cabeza.

—Lindo vestido. —fue lo único que dijo. Helado, más frío que la misma nieve que caía ese día, al ser 23 de diciembre.

Sentí mi corazón romperse, al no ser esa la reacción que esperaba. Sonreí fingidamente y me fui a mi habitación, sin esperar alguna palabra de mi madre. Cuando llegué ahí, las lágrimas me invadieron y fui directo al espejo.

—Hija... eres la niña más hermosa que alguna vez he podido ver. Mi pequeña, te amo mucho —susurré, mirando mis ojos ya rojos y fingiendo que es mi padre quién me lo dice.

Esa noche escuché cómo mis padres discutían. Por supuesto, la mansión estaba vacía, claro que sus gritos se escucharían por todos lados.

—Manuel, Jade tiene sólo 10 años. ¿Cómo puedes ser tan cruel con ella?

—¿Cruel? —repitió él, con incredulidad—. ¡Le dije que su vestido era lindo!

—¡Pero ella quería que dijeras que se veía bien! ¡Quería un abrazo! ¡Quería escucharte decir cuánto la querías! Por Merlín, ¿es que no viste su cara de decepción cuando te escuchó?

—Mi hija no necesita ninguna de esas cursilerías. —resolvió él finalmente—. Ella está bien así.

—Joder, cuántas cartas —comentó Draco, viendo las lechuzas que tiraban casi cinco cartas en mi desayuno.

Monamour. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora