Capítulo 49.

1.4K 127 17
                                    

Draco Malfoy

Su tacto...

Sus dedos sobre los míos...

Su cabello haciéndome cosquillas en los brazos...

Sus labios sobre los míos...

Era la sensación más fascinante del mundo.

Mi corazón latía embelesado al sentir sus yemas recorrer mis mejillas y mi cuello con dulzura.

Abrí los ojos al mismo tiempo que ella, por lo que me encontré con sus ojos azules. Esos preciosos ojos azules que me volvían vulnerablemente loco.

Su bella sonrisa que gritaba "¡yo también te quiero!" e invitaba a volver a besarla. Y lo hice.

Me volví a acercar a ella y la besé.

Su respiración agitada cerca de la mía era divina.

Sus labios tan dulces.

Pero se desvaneció, todo se desvaneció. Ella ya no me besaba, yo había despertado.

Y me lamentaba tanto haber soñado aquello mientras la veía hablándome sobre un libro muggle que leyó, a la orilla del Lago Negro, en un hueco del Sauce Llorón. De nuestro Sauce Llorón.

—Y es re turbio, porque tipo la chica tiene como 15 años y el muchacho más de 20 —exclamó ella, abriendo mucho los ojos—. ¡Y piensan que se enamoraron en un día! La verdad que no entiendo a los muggles.

—Puede que en la época que lo escribieron eso era normal.

—No lo sé. No me gustó Romeo y Julieta, es... no sé, no me termina de convencer que se enamoren en un día —dijo ella frunciendo la nariz. Eso me hizo sonreír.

Ella me hacía sonreír. Pero de forma genuina, era una sonrisa que me salía naturalmente. Y me hacía olvidar todos los problemas que tenía, ella lograba sacarme eso de la mente. Todo parecía más sencillo a su lado.

Recuerdo lo mal que estuve cuando ella me dejó de hablar por unos días al saber que me uní a la brigada inquisitorial.

—¡Me traicionaste! —me gritó ella.

—¡Jade, escúchame, maldita sea! —le grité yo.

—¿Qué me vas a decir? ¿Lo orgulloso que te sentiste cuando Umbridge te puso esa asquerosa insignia? ¿No podías ser prefecto y ya?

—¡No! Mira, antes de que me vuelvas a ignorar como por tres días, escucha mis razones y entenderás porque Blaise, Theo, Pansy, Crabbe, Goyle y la mayoría de Slytherin se unió a Umbridge.

Ella se cruzó de brazos y me cedió la palabra. Seguía en posición defensiva, pero al menos escucharía antes de replicar.

—Primero, es mejor estar con el enemigo que en su contra, ¿no crees? —dije yo calmadamente. Ella frunció el ceño—. Umbridge nos dejará de molestar porque pensará que queremos ayudarla. Hasta ahora la tiene armada sobre todo con los Gryffindor, ya que los Slytherin "estamos de su lado". Además, cualquier cosa que intente hacer lo sabremos, porque estamos casi encima de ella.

—A mí no me ha dejado de molestar mucho —objetó ella.

—Porque te muestras a la defensiva. Y, además, sí te ha dejado más tranquila. ¿O te volvió a gritar en clase?

Ella frunció los labios y puso los ojos en blanco, para después chasquear la lengua. Gané.

Pero ella era mi amiga. Mi mejor amiga. Sólo eso. Siempre lo fuimos, desde pequeños.

Bueno, lo admito, tal vez me atraía físicamente porque debo confesar que Jade es guapísima, pero nada más. Tal vez es por eso que soñaba y tenía ganas de besarla, pero no pasa de eso. Un beso y ya, porque éramos amigos.

—Estoy preocupada —soltó ella de repente.

La miré, pero ella no me miraba a mí. Miraba el lago con frustración acumulada. Tenía ojeras y sus manos estaban entrelazadas sobre sus muslos.

—¿Qué te preocupa? —le pregunté.

—Umbridge es directora y ni idea de qué pasó con Dumbledore, muchísimos estudiantes estaban implicados en un ejército que había creado Potter, y los TIMOs están a la vuelta de la esquina. "Los niños y niñas no deben acercarse a más de 20 centímetros entre ellos" —dijo ella imitando la voz chillona de Umbridge, cosa que me hizo carcajear—. ¡Al carajo con eso! —exclamó pasándome un brazo por los hombros y quedando muy pegada de mí.

—Sólo falta que... —comencé a decir, pero fui interrumpido por el ululeo de una lechuza tan blanca como la nieve, que se posó delante de Jade.

—¡Paloma! —exclamó la castaña, mirando a su lechuza con sorpresa—. ¿Y esa carta?

Jade agarró la carta que la lechuza sostenía sobre sus garras y le acarició la cabeza.

Leyó la carta en silencio y, mientras la leía, noté un destello de emoción en sus ojos. Iba a inclinarme a ver qué decía, pero ella la cerró de inmediato y saltó de mi lado.

—¿Qué decía la carta? —le pregunté interesado.

Ella no dijo nada, se dedicó a chillar unos momentos y dar saltitos emocionados en su sitio, para luego darme la carta para que la leyera.

La carta venía de parte de su madre, y decía:

Querida Jade:

Lo sé, no han pasado muchos meses desde la última vez que te escribí, pero quería contarte algo que sé que te emocionará. Bueno, resulta que compré dos pasajes para ir a la casa de los abuelos en Sudamérica. ¡Sorpresa!

Inicialmente los había comprado para ti y para mí, pero surgió una emergencia en el trabajo y no podré ir. Así que pensé que podrías llevar a alguno de tus amigos. No sé, quizás a Draco. De todas formas, yo ya hablé con sus padres y me dieron su permiso para que él vaya contigo.

Como son menores de edad, tendrán que ir conmigo al aeropuerto muggle y luego tu tío Alejandro los irá a buscar en el aeropuerto de allá.

El vuelo sale la próxima semana. Se quedarán unas dos semanas. No te preocupes por las clases, yo hablé directamente con Dumbledore antes de escribirte esta carta.

Besos y abrazos, con todo mi cariño,

Laura.

Terminé de leer la carta con la boca abierta.

—¿Un viaje a la casa de tus abuelos? —pregunté boquiabierto.

Ella asintió repetidas veces de forma enérgica.

—Ya quiero que conozcas a mis tíos, a mis primos, a mis abuelos... —comenzó a decir ella energéticamente, dando vueltas—. ¡Oh, te voy a llevar a muchos lugares cerca de la casa!

—Nos vamos a subir en un avión —murmuré yo, sintiéndome enfermo.

—...y a la playa...

—Podemos morir en ese avión...

—...la tía Lana probablemente nos lleve al centro comercial...

—Y conoceré a tu familia...

—...y el abuelo Kevin querrá darnos un paseo en la moto...

—¡Jade!

—¡Draco!

Nos miramos. Yo estaba verde del mareo y ella estaba roja de la emoción. Nos reímos con burla por la cara del otro.

—¡Vamos! —exclamó ella, agarrando mi mano para levantarme—. Tenemos que empacar las cosas. 

Monamour. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora