Narrador Omnisciente
Echó una mirada a todos a su alrededor; tenían sus varitas afuera y de pronto se veían serios y ansiosos. Miró de nuevo hacia la puerta y la empujó. Se abrió con un vaivén.
Allí estaban, habían encontrado el lugar: alto como una iglesia y lleno solo de imponentes estantes cubiertos con pequeñas y polvorientas esferas de vidrio. Estas apenas brillaban por la luz que salía de más candelabros puestos a intervalos a lo largo de los estantes. Como aquellos en el cuarto circular detrás de ellos, sus llamas eran de color azul. El cuarto estaba muy frío.
Harry avanzó rápidamente hacia delante y entrecerró los ojos para mirar uno de los pasillos sombríos entre dos filas de estantes. No podía oír nada o ver el más pequeño signo de movimiento.
—Dijiste que estaba en la fila noventa y siete —susurró Hermione.
—Sí —respondió Harry entre dientes, buscando algo al final de la fila más cercana.
Debajo del racimo de velas que emitían una luz azul, proyectándose de esta, brillaba el número plateado cincuenta y tres.
—Necesitamos ir a la derecha, creo —susurró Hermione, mirando de reojo la siguiente fila.
—Sí... esta es cincuenta y cuatro...
—Mantengan sus varitas preparadas —dijo suavemente Harry.
Avanzaron lentamente hacia delante, echando una mirada hacia atrás mientras caminaban por los largos callejones de estantes, cuyos extremos más alejados estaban en una casi total oscuridad. Pequeñas etiquetas amarillentas estaban pegadas debajo de cada esfera de vidrio en los estantes. Algunas de ellas tenían un extraño, brillo líquido; otras estaban tan deslucidas y oscuras por dentro como focos quemados.
Pasaron la fila ochenta y cuatro... ochenta y cinco... Harry estaba tratando con fuerza de escuchar el más leve sonido de movimiento, pero Sirius podría estar amordazado ahora, o también inconsciente...
O, dijo una inesperada voz dentro de su cabeza, él puede estar ya muerto...
Lo hubiera sentido, se dijo a sí mismo, su corazón ahora le martilleaba contra la nuez de su garganta, ya lo sabría...
—¡Noventa y siete! —susurró Hermione. Se agruparon alrededor del final de la fila, contemplando el callejón junto a este. No había nadie allí.
—Está justo al final —dijo Harry, cuya boca se había vuelto ligeramente seca—. No se puede ver bien desde aquí.
Y los guio entre las imponentes filas de pelotas de vidrio, algunas de las cuales resplandecieron suavemente mientras ellos pasaban.
—Debe estar cerca de aquí —susurró Harry, convencido de que cada paso iba a traer la andrajosa figura de Sirius a la vista sobre el piso oscurecido—. Por aquí, en cualquier lugar... realmente cerca...
—¿Harry? —dijo Hermione indecisa, pero él no quería responder. Su boca estaba realmente seca.
—Por algún lado cerca... de aquí... —dijo.
Habían llegado al final de la fila y aparecieron a la luz de unas velas más sombrías. No había nadie allí. Todo hacía eco al polvoriento silencio.
—Él podría estar... —Harry murmuró roncamente, entrecerrando los ojos para ver el siguiente callejón—. O tal vez... —se apresuró a mirar al que estaba detrás de aquél.
—¿Harry? —dijo Hermione de nuevo.
—¿Qué? —gruñó él.
—Yo... no creo que Sirius este aquí.
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Monamour. |Draco Malfoy|
Fanfiction-Yo me enamoré de sus demonios, ella de mi oscuridad. Éramos el infierno perfecto.