Capítulo 69.

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Tienes que ser inteligente si no quieres hundirte. Tienes que ser astuto si no quieres ahogarte. Tienes que ser mentiroso si no quieres que otros te eliminen. Tienes que saber jugar sucio, porque nadie jugará limpio. Tienes que pensar como los mejores estrategas. Si quieres sobrevivir, tienes que luchar. Porque nada es fácil y menos en tiempos de guerra.

Primera clase del día: pociones.

Entré al salón de clases junto a Draco y Blaise, mirando todo alrededor. Había un montón de calderos con humo de diferentes colores y olores en el salón. Unas cuantas personas estaban conversando entre sí, con sus materiales.

—¿Era necesario echarte tanto perfume, Jade? —me preguntó Draco, frunciendo la nariz.

—Pero si yo no... —comencé, pero me interrumpí. Un fuerte olor a perfume caro, menta y manzana me quemó la nariz—. Apestas, Draco. Vas a gastarte toda la colonia.

El profesor entró al salón, así que ambos nos quedamos callados y nos sentamos.

—Muy bien —dijo Slughorn y se fue al fondo de la clase hinchando el pecho, ya muy abultado, hasta tal punto que los botones del chaleco amenazaron con desprendérsele—. He preparado algunas pociones para que les echen un vistazo. Es de esas cosas que deberían poder hacer cuando hayan terminado el ÉXTASIS. Seguro que habrán oído hablar de ellas, aunque nunca las hayan preparado. ¿Alguien puede decirme cuál es ésta?

Señaló el caldero más cercano a la mesa de Slytherin. Me levanté un poco del asiento y vi que en el cacharro hervía un líquido que parecía agua normal y corriente. Sabía la respuesta. Alcé la mano al mismo tiempo que Hermione, pero Slughorn la señaló a ella.

—Es Veritaserum, una poción incolora e inodora que obliga a quien la bebe a decir la verdad —contestó Hermione.

—¡Estupendo, estupendo! —la felicitó el profesor, muy complacido. Bajé la mano—. Esta otra —continuó, y señaló el caldero cercano a la mesa de Ravenclaw—, es muy conocida y últimamente aparece en unos folletos distribuidos por el ministerio. ¿Alguien sabe...?

—Es poción multijugos, señor —dije yo, alzando la mano más rápido que Hermione.

—¡Excelente, excelente! Y ahora, esta de aquí... ¿Sí, querida? —dijo Slughorn mirando con cierto desconcierto a Hermione, que volvía a tener la mano levantada.

—¡Es Amortentia!

Draco no estaba escuchándonos. En cambio, veía las páginas de su libro con aburrimiento.

—En efecto. Bien, parece innecesario preguntarlo —dijo Slughorn, impresionado—, pero supongo que sabes qué efecto produce, ¿verdad?

—Es el filtro de amor más potente que existe —dije yo rápidamente. Lo había leído en un libro de pociones, pero no le presté atención. Hermione me vio y pude notar el brillo de competencia en sus ojos castaños. Le sonreí de medio lado.

—¡Exacto! La han reconocido por su característico brillo nacarado, ¿no?

—Sí, y porque el vapor asciende formando unas inconfundibles espirales —dije con entusiasmo.

—Y se supone que para cada uno tiene un olor diferente, según lo que nos más nos atraiga —agregó ella rápidamente—. Yo huelo a césped recién cortado y a pergamino nuevo y a... —pero se sonrojó un poco y no terminó la frase.

—¿Puedes decirme tu nombre, querida? —le preguntó Slughorn sin reparar en su bochorno.

—Me llamo Hermione Granger, señor.

Yo ya ni les estaba prestando atención. Había olfateado un poco más el salón, y sólo podía oler perfume caro, menta y manzana. Mierda. Draco olía así.

Monamour. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora