Capítulo 5.

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Caminé a paso apresurado por los estrechos caminos de Hogwarts para encontrar a quienes más necesitaba ver en este momento.

Personas que, irónicamente, me prometí no tratar más nunca en mi vida.

Dos cabelleras de un flameante color anaranjado se veían desde el marco de la puerta en la que yo estaba, ambas despeinadas y muy largas. Me obligué a caminar hacia la fuente donde ambos se encontraban sentados discutiendo sobre algo en voz baja.

—¡Mira quién está aquí, George! —exclamó uno de ellos apenas me vio.

—La mismísima Jade Brown ¡que sorpresa! ¿Qué la trae por aquí, bella dama?

—Miren, no me alegra estar aquí, ¿ok? Procuremos que esto sea rápido, por favor.

Los gemelos intercambiaron una mirada significativa. Luego el de la izquierda sacó una cajita de su bolsillo y me la entregó.

—Hay 10 pastillas, con una sola podrás dormir bien durante 3 días.

—Perfecto, ¿cuánto es? —pregunté dándole vueltas a la caja.

—Tu amistad.

Los miré —¿qué?

—Lo que escuchaste —dijo uno.

—¿Por qué están tan empeñados en eso? —cuestioné confundida.

—Nos interesas —confesó el otro.

—Si no aceptas, serán 100 galeones por las pastillas —me amenazó el primero.

Intenté no sonreír. Intenté apartar la mirada. Intenté no dejar saber que aquello me había hecho sentir feliz. Juro que lo intenté, pero no pude ocultarlo.

—¿De verdad? —pregunté con una sonrisa.

Los gemelos sonrieron.

—Por supuesto, esos 100 galeones nos caerían muy bien.

Rodé los ojos y me reí —No seas idiota.

—¿Te estás riendo? —preguntó incrédulo uno de ellos.

—No, estoy llorando —respondí.

—¡Fred, se está riendo!

—Sabía que lo lograríamos, George.

—En ningún momento dije que aceptaba la oferta —aclaré.

Ellos me voltearon a ver con expresión de incredulidad.

—¿Es en serio?

—¡No! —me reí, pero ellos me miraron raro— lo siento, no sé cómo actuar en estas situaciones.

—Sí, ok, pero, ¿somos amigos ahora?

—Supongo —dije— pero tienen que enseñarme a diferenciarlos.

(...)

—¿Dónde estuviste toda la tarde? —me preguntó Draco apenas llegué a la Sala Común.

—¿Te importa? —le pregunté yo de mala gana.

—Sí, sí me importa.

—Con Fred y George, ¿algún problema?

—¿Por qué no me lo dijiste? —cuestionó— te estuve esperando por más de una hora en el Lago Negro.

—Oh, discúlpame por no entender tu lógica —dije molesta— no sabía que tenía que esperar a que se te pase tu inexplicable enojo conmigo por casi una semana con los brazos abiertos.

Monamour. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora