Capítulo 7.

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Las Navidades se fueron tan rápido como llegaron. El colegio se llenó nuevamente de miles de estudiantes muy regocijados y felices de contarles a sus amigos todas las actividades que realizaron en familia. Las Salas Comunes, los pasillos y los jardines de Hogwarts eran testigos de las historias de niños felices que pasaron semanas increíbles.

Justo ahora, me encontraba (nuevamente) peleada con Malfoy por haber intervenido en el partido de Quidditch de Ravenclaw contra Gryffindor, cosa que nos costó 50 puntos.

—Si tan sólo controlaras un poco tu instinto de estupidez... —exclamé enojada.

—Si tan sólo dejaras de juzgarme y escucharas mi lado de la historia... —exclamó él del mismo modo.

—A ver, pues —accedí, cruzándome de brazos—. Te escucho.

Draco me miró con resentimiento y bufó.

—No tengo por qué explicarte nada.

Eleve una ceja, incrédula. Sin embargo, pocos minutos después empecé a reírme. Malfoy, me miró raro durante unos segundos antes de comenzar a carcajearse conmigo.

—Somos tan estúpidos —dijo él.

—Corrección: eres tan estúpido. Yo no, yo soy genial.

—Oye, por cierto —comentó Draco después de un rato—, no podré ir al lago contigo hoy.

Fruncí el entrecejo y pregunté:

—¿Por qué?

—Es que —él se rascó la nuca con nerviosismo, cosa que me hizo entrecerrar los ojos en él— quedé con verme hoy con una chica en la torre de Astronomía.

Elevé ambas cejas sorprendida— wow, ¿quién es?

—No te lo diré, Brown, es privado —dijo divertido.

—Bueno. Es una pena —comenté— justo íbamos a terminar el libro que estábamos leyendo.

—Sí, una verdadera pena —dijo él distraídamente viendo el reloj— me tengo que ir, pero te veo mañana supongo.

Draco se levantó y salió de la Sala Común a paso apresurado.

El fuego de la chimenea era muy brillante. La habitación se sentía sola y fría, a pesar del fuego. El único ruido que se podía escuchar era el de las llamas, cosa que me ponía nerviosa.

Empecé a mover mis pies.

Zabini y Nott se habían ido a una fiesta de Hufflepuff, mientras que Parkinson estaba de compras en Hogsmeade con Astoria y su hermana.

El sonido del fuego comenzaba a irritarme. Necesito comida.

Me levanté rápidamente del sillón y me fui hacia la cocina en sumo silencio. Eran las 4 de la tarde, así que supongo que no debían haber elfos todavía ahí, ¿no es así?

Abrí la puerta y miré de reojo hacia dentro: estaba vacía.

—¡Aleluya! —susurré con una sonrisa mientras me adentraba en la cocina.

Busqué una bolsa que había guardado en mi bolsillo derecho para cualquier emergencia que tuviera y luego de sentirla la saqué y empecé a guardar comida.

—¡AAAHHH! —gritó alguien al verme.

Levanté la mirada de la comida asustada por aquel grito, para ver a un chico pelirrojo con un montón de comida en los brazos.

Espera, ¿no era este el amigo de Potter y Hermione?

El chico me miró por unos momentos, al igual que yo. Momentos en los que nadie habló: sólo nos dedicamos a mirarnos las caras y la comida del otro.

Monamour. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora