Capítulo 20.

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—Si esto es un truco tuyo... —repetí nuevamente, dejándome arrastrar por un muy emocionado Harry hacia el baño de prefectos— no la vas a contar.

—¡Déjate ayudar, Jade! —fue lo único que dijo él.

Caminamos entre los vacíos y silenciosos corredores de Hogwarts, únicamente iluminados por la luz de la luna. El huevo de oro se sentía mucho más pesado que antes en mi brazo izquierdo, y el tener que estar muy pegada a Harry para que la capa invisible no revelara a dos jóvenes merodeando por los pasillos del colegio en medio de la noche me ponía nerviosa.

Cuando llegamos a la estatua de Boris el Desconcertado, Harry localizó una puerta. Nos acercamos a ella y él susurró la contraseña "Frescura de pino"

La puerta se abrió con un chirrido, y ambos nos deslizamos por ella, Harry le puso seguro después de entrar y, mirando a nuestro alrededor, nos quitó la capa invisible.

Apenas observé aquel baño, la idea de ser prefecta ya no me resultaba muy agotadora del todo.

Estaba suavemente iluminado por una espléndida araña llena de velas, y todo era de mármol blanco, incluyendo lo que parecía una piscina vacía de forma rectangular, en el centro de la habitación. Por los bordes de la piscina había unos cien grifos de oro, cada uno de los cuales tenía en la llave una joya de diferente color. Había asimismo un trampolín, y de las ventanas colgaban largas cortinas de lino blanco. En un rincón vi un montón de toallas blancas muy mullidas, y en la pared un único cuadro con marco dorado que representaba una sirena rubia profundamente dormida sobre una roca; el largo pelo, que le caía sobre el rostro, se agitaba cada vez que resoplaba.

Avancé mientras miraba a mi alrededor. Mis pasos hacían eco entre las paredes, y dejando de lado eso, el único sonido en la habitación era el de la respiración de Harry y la mía.

—Bueno —dijo él después de un rato—, deberías tomar un baño, ¿no crees?

Lo miré con los ojos muy abiertos— no pretenderás...

Harry se arrodilló al lado de la piscina y abrió unos grifos que, para mi sorpresa, salían con diferentes geles de baño.

Me arrodillé al otro extremo de la piscina y abrí uno de color morado que estaba muy perfumado. Él y yo nos divertimos un rato abriendo y cerrando los grifos y jugando con los geles, aunque luego, cuando la piscina estuvo llena, cerramos todos los grifos.

Me quité la túnica de Slytherin y Harry volteó muy rápidamente a otro lado cuando vio que me iba a quitar la pijama. Sonreí, y me adentré al agua caliente.

—¡Tranquilo! ¡No estoy desnuda! —exclamé, jugando con las burbujas— tengo un traje de baño.

Él se volteó, más tranquilo según me dijeron sus ojos, pero con las mejillas aun así de un intenso color carmesí que me recordaba a las bayas de los arbustos del bosque.

Miré el huevo, mientras que Harry se sentó en forma de indio en la orilla de la piscina.

—No se me viene a la mente nada mucho más inteligente por estar acá —confesé, jugando con mis dedos.

Él iba a decir algo, pero lo callé para poder concentrarme.

Agarré el huevo y lo abrí, pero seguía chillando igual que antes, así que lo cerré mientras fruncía el ceño.

Miré a mi alrededor: éramos la sirena, el trampolín, Harry, la piscina con agua y yo. No había nada de especial...

Espera, ¿la piscina con agua?

Un poco insegura, y recordando mi plan de hace unas semanas de "ahogar al huevo para que hablara" que le expuse a Draco, agarré el huevo de oro y me sumergí en el agua.

Monamour. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora