Monamour. |Draco Malfoy|

I'll be fine.

Capítulo extra

Me ajusté la corbata. Mis manos recorrieron todo mi torso, sacudiendo de esa forma cualquier pelusa que pudiera haber en el traje. Creo que el anillo más sobresaliente entre mis dedos era el de serpiente, pues era el más largo.

—¿Qué tal si me deja plantado? Eso es una posibilidad muy grande —Theo estaba dando vueltas por la habitación, mirando el suelo—. Me moriría de la vergüenza si huye.

—Theo, no seas imbécil. Pansy tuvo años para huir de ti y aquí sigue —rodó los ojos Zabini. Se encontraba comiendo unas galletas de lo más casual.

Me até los cordones de los zapatos de vestir mientras los escuchaba discutir, sin intervenir.

—No, Blaise, todo saldrá mal. Siento que vomitaré. Draco, sal de ahí, voy a vomitar.

Blaise se levantó y se posó delante del novio. Su traje era negro, y era el más alto de los tres. La marca larga que atravesaba su rostro producto de la guerra nunca había desaparecido; era un recordatorio de todo lo que pasamos.

—Ya cálmate, Nott, o te juro que te lanzaré una maldición ahorita mismo —lo amenazó, sujetándolo por los hombros.

Theo negó con la cabeza, pálido. Blaise me miró desesperado.

—Barbie, ayúdame en algo.

Solté un suspiro y apoyé una mano en uno de los hombros de mi amigo.

—Han planeado esto por meses, Nott. No es momento de entrar en pánico. No seas tan fatalista, no te queda.

Él fingió tranquilizarse un poco y se soltó de nuestro agarre. Fue a mirar por la ventana mientras se acomodaba la corbata blanca de forma ansiosa. Creo que podía adivinar lo que estaba cruzando su mente en ese momento. La única persona que lograba tranquilizarlo de verdad en este tipo de situaciones...

Detuve mis pensamientos antes de que se completaran.

Daphne Greengrass entró a la habitación en ese momento. Tenía un vestido verde oscuro y su cabello rubio alisado recientemente. Sus ojos azules recorrieron toda la habitación en busca de alguien, y cuando lo encontró, casi lo jala por la oreja.

—¡Se supone que debes estar abajo! ¡Ya va a empezar la ceremonia! —le gritó a Theo, arrastrándolo a la salida—. ¡Irresponsable! ¡Te golpearía en este preciso momento si no fuera porque...!

Los gritos de la chica se fueron extinguiendo hasta que no quedó sonido alguno. Zabini y yo nos miramos con una sonrisa burlona en nuestros rostros.

—Theo es un ansioso. ¿Nunca se le quitará? —me pregunté.

—Siempre fue así. ¿No recuerdas el día en que le pidió a Pansy que fuera con él al Yule Ball? ¡Creí que se desmayaría! Y eso que el que estaba de mariachi era yo.

Ambos reímos. Una chica entró en ese momento a la habitación, con pasos tímidos. Blaise se volvió hacia ella con una sonrisa de punta a punta y los ojos brillantes.

—¡Hola, mi amor! —exclamó, atrayéndola hacia él y plantándole un beso tierno en la mejilla.

La chica se sonrojó y le dedicó una sonrisita. Sus pupilas se habían dilatado.

—Hola, cariño —lo saludó devuelta, con un acento neozelandés. Luego dirigió su mirada a mí—. Hola, Draco.

—Hola, Sophie —la saludé, volviéndome otra vez hacia el espejo.

Me gustaba que mi amigo fuera feliz, pero no podía verlo con su novia por mucho tiempo porque empezaba a sentir un nudo en el corazón. Era algo que me ocurría muy seguido, y también cuando Pansy y Theo se besaban frente a mí.