Jade tuvo un dejavú, porque recordó la primera vez que estuvo en ese bosque, o la primera vez que "conoció" a Draco.
Una ráfaga de viento helado movió su cabello despeinándolo un poco, cosa que verdaderamente no le importó. Observó detenidamente el bosque, con la intención de memorizar todos los detalles posibles. Las pequeñas flores de vívidos colores yacían en el suelo, dispuestas a alzarse para convertirse en grandes y hermosas. Los árboles eran grandes, fuertes e imponentes. El bosque se abría paso hacia la orilla del lago, en donde estaba plantado un gran Sauce Llorón.
Oh, aquel Sauce Llorón que parecía ser inmortal. Aquel Sauce Llorón que acompañó a los dos chicos que acababan de sentarse. Con sus hermosas ramas y hojas caídas, de un verde platinado precioso. Era increíble cómo hasta de noche el sauce lograba seguir con su elegancia y belleza diaria.
La luna de esa noche se veía brillante y enorme, a pesar de estar oculta un lado de ella. Las estrellas estaban rociadas por todo el cielo, como si hubieran vaciado un balde y las hubieran esparcido poco a poco. Era una de las noches más fascinantes que Jade y Draco habían visto jamás, a pesar de que a lo lejos se seguía escuchando un poco del ruido de la guerra.
Jade se dedicó a observar a Draco, como siempre solía hacer. Estaba usando un traje negro que le quedaba genial y hacía resaltar sus ojos grises y cabello rubio. Jade nunca había visto unos ojos tan grises, unos ojos tan misteriosos, unos ojos tan... perfectos. Para ella, al menos, eran perfectos. O ese cabello platinado que se veía tan bien estando despeinado, o peinado, o como fuera. Los lunares que tanto le gustaba besar... sobre todo los de su cuello, porque ponían nervioso al chico cuando ella se acercaba. Pero no era sólo eso lo que le gustaba a Jade, en realidad se había enamorado de la forma tan... extraña de ser de Draco. Ella suponía que era algo que iba acumulando desde pequeña, porque él la hacía sentir realmente especial. Él la escuchaba cuando nadie más lo hacía, él le prestaba esa atención que le faltaba. La manera en la que la miraba, hablaba o abrazaba la hacían sentir feliz. Eso era lo que Jade veía en Draco: un chico que estuvo para ella desde el principio. Parecía como si nadie más —además de su madre y sus amigos— apreciara esas cualidades de él, como si sólo se fijaran en todo lo malo y en sus defectos. Él no era malo, sólo no había tenido una educación correcta.
Draco volteó a mirarla, y sonrió. Para Jade, él tenía la sonrisa más encantadora de todas. Inevitablemente, se le anegaron los ojos de lágrimas otra vez.
—¿Por qué vas a llorar? —le preguntó él con preocupación.
Jade negó con la cabeza, y se secó las lágrimas.
—La broma que me hicieron fue muy cruel.
—Hey, no me morí —la animó él.
—Pero yo estuve demasiado preocupada porque lo hicieras —dijo ella, mirando al piso—. Vi cómo casi se muere Fred, y no pude evitar pensar en ti.
Draco se quedó callado por un momento, mirando el pasto, y decidió contarle a Jade lo que pasó dentro de la Sala de Menesteres.
—Crabbe y Goyle fueron a entregarnos —dijo él—. Goyle no parecía tan convencido, pero Crabbe sí. Él... él prendió en fuego toda la sala, y temí no salir con vida de ahí. Pensé en ti —entonces alzó los ojos y se encontró con los de ella—. Tú fuiste mi motivación para escapar de ahí. Crabbe murió —la voz de Draco flaqueó—. Y Goyle se disculpó.
—Yo... —musitó ella, totalmente en shock. Aunque no había sido tan cercana con Crabbe, en realidad sí le dolía su muerte, porque lo había llegado a considerar su amigo—. Lo siento tanto...
Draco negó con la cabeza.
—Está bien, al menos logramos destruir la diadema. Sólo... me hubiera gustado salvarlo de caer en el fuego.
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Monamour. |Draco Malfoy|
Fanfiction-Yo me enamoré de sus demonios, ella de mi oscuridad. Éramos el infierno perfecto.