Capítulo 2: No he quedado en el olvido

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Me desperté al lado de Effy, ella se había dado la vuelta, por lo tanto, estaba dándome la espalda. Mis ojos se posaron en mi amiga cuando me giré para comprobar si seguía dormida, estaba envuelta por las sábanas blancas como toda una momia y su cabello oscuro sobresalía mínimamente de su "sarcófago".

Gruñendo para mis adentros, me obligué a salir de mi grande, espaciosa y cómoda cama. Me tomé mi tiempo mirando a un punto fijo de la habitación, en concreto la esquina que tenía más cerca.

Me fijé en el despertador, eran las seis de la mañana y Effy debería estar en su trabajo a las nueve y media por lo menos, de Bristol a Londres hay más o menos unas dos horas y media en coche.

Desperté a Effy acariciando su sedoso cabello, se enredaba entre mis dedos, como si no quisiera que me fuera, que volviera a desaparecer.

—Effy, tienes que despertarte, no llegarás a Londres a tiempo. —susurré.

Ella chasqueó su lengua y se giró, su cabello se deslizó por mi mano hasta liberarla completamente de esas lianas que me aferraban a ella.

—No quiero ir... —se quejó.

—Tienes que ver a Freddie, venga, a levantarse. —dije.

Me levanté y me puse justo frente a ella, para que me mirara.

—No quiero ver a Freddie... Lo veo cada día —resopló—. Quiero quedarme contigo.

—Effy, tienes que ir a trabajar.

—Déjame ir a Manchester contigo. —me suplicó.

—Effy, tengo que hacerlo sola... Algo en mí me dice que vaya individualmente, lo siento... Pero debo aclarar mi mente yo sola. —confesé.

Me miró apenada, pero también estaba airada, cosa que me perturbó de alguna manera, bueno, realmente lo hizo completamente.

—¿Es que hay algo que no quieres que vea? —pregunté, de la forma más tranquila y pausada que pude mostrar— Solo voy a ver a Sid, no creo que vaya a encontrarme a nadie más en Manchester, ¿Quién va a estar ahí? Nadie, Effy. —dije.

Yo tenía razón, si James no había matado al asesino de Freddie, era imposible que el rubio estuviera allí. Freddie estaba vivo, no había ningún tipo de peligro en encontrarme a James.

—Bueno, vale, no te encontrarás a nadie más. —me dijo decidida.

Alzó su dedo meñique, quería hacer una promesa, yo tragué saliva sonoramente. Notando como ese líquido cubría cada rincón de mi garganta, pero no igual que otras veces, no, algo se sacudió en mis adentros.

Yo estaba temiendo encontrarme a alguien que no deseara ver, a cualquiera. No quería romper la promesa de Effy, pero a su vez, si yo me encontraba con alguien no sería mi culpa. Sería cosa del destino, porque para mí, nada de lo que me pasa es casualidad.

—¿Me lo prometes? —me hizo prometer.

—Esto... Sí. —entrelacé mi dedo con el suyo, sabiendo que posiblemente hubiera alguien más en Manchester.

Yo realmente no lo sabía, James no podía ser, él no había matado al doctor Foster. Pero mi alma sentía una conexión cercana, un encuentro que no podía remediarse, algo que debía ser así, algo que ya estaba escrito.

—Bueno, vale, pues a cambiarnos que tenemos cada una un viaje movidito. —me dijo sonriente, estaba satisfecha por lo que me había hecho prometer.

Se sentía realizada, como si se hubiera quitado un peso de encima, algo que no le había dejado dormir bien, que había hecho que sus nervios salieran por sus ojos color diamante que brillaban por su ilusión.

Shifting Skins | El diario de Nessie AyersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora