Capítulo 4: ¿Esto es un adiós, James?

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—Joder, no se aceptan devoluciones, James —me quejé—. Ya no hay nada que hacer.

—Pero si he pedido una habitación para dos. —dijo irritado.

—Pues por eso mismo, no nos hemos dado cuenta de ese error, se habrá pensado que somos pareja.

—Probablemente sí.

—Vale, pues... Vamos a organizar esta situación.

—Yo dormiré en el sofá que hay ahí al lado. —señaló un diminuto sofá que quedaba a pocos metros de los pies de la cama.

Oh, la cama... Era espaciosa y cómoda, las sábanas y edredones blancos la hacían parecer como si fuera la típica cama de princesa, sobre todo porque el mueble es de estilo rococó. Como todos los que había en la habitación, todos blancos.

Dejé mi bolsa en la alfombra rosada, me quité las botas y el gorro, poniendo el segundo encima de una cómoda que había al lado de la puerta. James se sentó en la cama y se tiró de espaldas rendido.

—Agh, ojalá poder dormir en una cama así todos los días. —susurró.

—Puedes dormir en la cama, yo me voy al sofá. —dije.

—No, tú has pagado.

—James, no hagas que me enfade.

—Nessie, no hagas tú que yo me enfade.

Me senté a su lado, él giró su rostro para poder mirarme y decidió reincorporarse a mi lado. Manteníamos una distancia prudencial, pero nuestras rodillas se rozaban la una con la otra Yo finalmente dejé mi pierna algo alejada, pero la extremidad de James la buscó para juntarse con ella.

—Para evitar discusiones pues no sé... Los dos en la misma cama. —me dijo resoplando.

No podía hacer eso, aunque no pasara nada entre nosotros por la noche yo debía pensar en Emma y cómo se sentiría. Aunque a mí no me importara porque no iba a hacer nada con él, a la vez sí me importaba. Me importaba porque yo no era como Charlie.

—No, no puedo hacer eso. —dije.

—¿Qué? —me preguntó descolocado.

—Emma —respondí—. Por eso no puedo hacerlo.

—Pero si no va a pasar nada.

—Lo sé, pero... A mí no me gustaría saber que mi novio ha dormido en un hotel con una chica que... Bueno, con una chica.

Se quedó empanado mirando al suelo durante varios segundos.

—Quédate con la cama. —le dije.

—Ni hablar, quédate tú con la cama y no hagas que te lo repita porque podemos acabar mal.

—Como lo desees entonces.

Él empezó a quitarse su bomber y la dejó tirada por el suelo, luego procedió a quitarse su jersey rojo; quedándose solo con una camiseta blanca de manga corta.

—Creo que voy a vestirme en el baño. —solté nerviosa.

—¿Eh? Hostia, perdón —dijo—. Eh... Yo voy al otro, ¿Vale?

Asentí con la cabeza repetidas veces y casi me caí al suelo cogiendo mi bolsa de ropa de lo apurada que me encontraba.

Me metí en el baño, no tan impresionante como el mío ni como la habitación en la que nos hospedábamos. Me pareció surrealista el hecho de que pareciera un baño de instituto, una de dos: o me había tocado el mierdero o eran así.

Shifting Skins | El diario de Nessie AyersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora