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—Que haya paz. —reclamó JJ, preocupado.

JJ tomó a Cook de su polo y lo alejó de mí, con desesperación. Fue algo extraño, porque no creo que realmente pensaran que íbamos a empezar una batalla campal o algo por el estilo.

—Mira, James Cook. —reproché, molesta.

—¿James Cook? Estamos haciendo avances. —dijo él, pícaro.

—No me gusta la gente como tú, apártate de mi vista. —ordené, con los ojos entrecerrados.

Me negué a añadir algo más o a darle una mínima atención a esa tontería, mi única acción fue pasar por su lado sin apenas tocarle, después decidí dar vueltas por el instituto en soledad, quería familiarizarme con el sitio para no perderme.

Toqué mis delgadas muñecas, seguía siendo tan delgada como en la vida real, pero tampoco es que esté anoréxica, es solo que siempre he sido así.

—Eh, anoréxica. —se burlaron de mí unas chicas.

Anda, hablando de eso, qué oportuno.

—¿Qué os pasa, eh? —me encaré, eso me había afectado un poco.

—¡NESSIE! —llamó Pandora, estaba detrás de mí.

Las chicas no dijeron nada más al ver que traía compañía, simplemente entraron en el baño y yo me giré para ver a mi amiga, a su lado estaba  Effy. Se veían enfurecidas y aquello me irritó un poco más.

—¿Qué te pasa? —reclamó Effy— Podrías ser más amable con él. —dijo.

—No puedo serlo, Cook es... No sé, no le aguanto, solo mira lo que ha hecho en el gimnasio. No parece trigo limpio ¿Sabes? —expliqué, rodé los ojos tras la pequeña pregunta.

—¡No le conoces!

—¡Effy, solo tienes que ver su maldito comportamiento!

—Mira, da igual, hemos conocido a una chica hace nada.

—Sí, miremos el lado positivo. —añadió Pandora.

Claro, se supone que había lados positivos, pero bueno... No lo eran tanto por el momento y supe que irían complicándose poco a poco.

—Bien, vamos a clase. —sugerí, estaba algo calmada.

Al entrar en el aula, Pandora tuvo que separarse de nosotras, ya que impartía otra formación diferente a la nuestra. Effy se sentó al lado de la chica que se había hecho su amiga, Katie, me quedé sin sitio y como mi amiga parecía algo frustrada conmigo no me quedó otra que sentarme lejos de ella. El único sitio libre era justo al lado de Cook y me parecía algo sacado de la ley de la pringada de instituto promedio en la que posiblemente me estaba convirtiendo.

El rubio no dejaba de mirarme por el rabillo del ojo, otra cosa más que se añadía al saco de la frustración, al no poder hablar en voz alta decidí escribir una pequeña nota para él. Escribí un breve aviso que no era muy amenazador:"¿Qué miras, niñato?". La nota fue a parar a su cabeza, hecha una bola.

 La nota fue a parar a su cabeza, hecha una bola

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Shifting Skins | El diario de Nessie AyersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora